El Partido Popular de Canarias vive una crisis de coherencia de manual. Mientras el coordinador general Jacob Qadri tilda de “absurdo y dañino” el pacto entre dos consejeros del PP y el socialista Alpidio Armas en el Cabildo de El Hierro, la hemeroteca le recuerda que él mismo alcanzó el poder en La Palma gracias a un acuerdo idéntico con el PSOE.
El problema no es solo Qadri. Es un partido que predica una cosa y practica otra, con un presidente regional, Manuel Domínguez, que continúa sin aclarar su propio historial académico, adornado con títulos universitarios “conseguidos” en centros que nadie logra encontrar ni en Google Maps. Un PP que exige pureza doctrinal a los suyos mientras su líder regional sigue matriculado —al parecer— en la “Universidad de la Opacidad”.
En El Hierro, los dos consejeros populares que decidieron apoyar a Alpidio Armas junto a Izquierda Unida han sido fulminados del partido, aunque el pacto no garantiza una mayoría estable. Suman seis apoyos frente a los siete de la oposición. Es decir, un gobierno débil sostenido por un hilo… y por la incoherencia de quienes desde fuera los señalan con el dedo.
La consecuencia ha sido devastadora: cinco de los seis concejales del PP en los ayuntamientos de Valverde, La Frontera y El Pinar han abandonado las siglas, pasando a ser no adscritos, mientras el diputado autonómico Juan Manuel García Casañas ha presentado su dimisión como presidente insular. El PP herreño queda así prácticamente desmantelado.
Lo más llamativo es el doble rasero. En La Palma, allá por 2011, el socialista Anselmo Pestana —hoy delegado del Gobierno— selló un pacto con el PP, liderado entonces por Asier Antona, alias “el Bilbaíno”, un dirigente más ducho en la geometría variable que en la coherencia ideológica. Aquel acuerdo, bendecido por la socialista Patricia Hernández, dio poder a los populares en diez de los catorce municipios de la isla. Hernández llegó incluso a justificarlo con una frase para la historia: “El PP es la derecha sustantiva y CC la derecha cacique.”
Aquel pacto fue aplaudido, celebrado y vendido como un “gesto de responsabilidad”. Hoy, un movimiento similar en El Hierro se califica de “traición”. En Canarias, parece que lo que ayer era virtud, hoy es pecado… según quién mande en la sede regional.
Y mientras tanto, el presidente Manuel Domínguez, campeón del “currículum creativo”, exige a los suyos disciplina y transparencia. Lo que no exige es el mismo rigor para sí mismo. El PP canario se ha convertido en un laboratorio de contradicciones: en una isla, pactar con el PSOE es estrategia; en otra, es motivo de expulsión. En Santa Cruz, inflar un currículum es un malentendido; en el resto del archipiélago, una vergüenza.
En definitiva, un partido que se ha doctorado —sin necesidad de títulos falsos— en incoherencia política. Si la coherencia fuera una asignatura, más de uno en el PP canario tendría que ir a septiembre… incluido el que presume de máster en universidades que ni siquiera existen.
Juan Santana, periodista y locutor de radio
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