«LOS LIDERAZGOS NEOLIBERALES ACTUALES»

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Acaba de concluir la última Asamblea General de la ONU en un momento de grave crisis global, por lo que su secretario general, António Guterres, hizo una intervención autocrítica y un llamamiento a que“hay que reforzar la organización porque nunca Naciones Unidas había sido más esencial”, constatando la urgencia de introducir reformas de calado para que la organización internacional sea más efectiva y para que su Consejo de Seguridad sea funcional y representativo, no como hasta ahora que está sometido al veto por cualquiera de sus únicos cinco miembros permanentes: Estados Unidos, Reino Unido, Francia, Rusia y China.

Guterres, al respecto de la problemática de la seguridad internacional recordó que la ONU surgió tras el peor conflicto bélico que el mundo había conocido con la idea de imponer“la cooperación por encima del caos, la ley sobre la anarquía, la paz sobre el conflicto”y criticó que, actualmente, por cada dólar destinado a construir la paz se inviertan 750 en armas de guerra.

La realidad es que, 80 años después de su fundación Naciones Unidas muestra claros síntomas de estar envejeciendo mal y sufre un desgaste enorme tras décadas de que, en el cumplimiento de los derechos humanos y en la protección medioambiental del planeta, se haya revelado ineficiente para llevar a buen fin sus políticas de alcance mundial. Pero, sobre todo, por sus evidentes incapacidades a la hora de resolver las peores crisis, las bélicas, especialmente visibles hoy en Ucrania y Gaza.

Por si fuera poco, en este último encuentro de las Naciones Unidas ha vuelto a ser notoria la vocación por parte del mandatario de EEUU, Donald Trump, de dinamitar “desde dentro” los fines que la orientan. Este personaje, que se ufana de violentar las leyes de su propio país y los acuerdos internacionales y se complace en amedrentar a quienes dentro y fuera de sus fronteras se le oponen, es el mayor ejemplo de la peor versión de los liderazgos políticos contemporáneos.

En su intervención volvió a vanagloriarse de sus políticas y a descalificar a todos los que no se pliegan a sus pretensiones, que son las de devolver la hegemonía indiscutible a la macro potencia occidental que dirige. Este peligrosísimo representante de las élites empresariales, financieras y militares norteamericanas llegó a afirmar, sin el menor fundamento, que bajo su mandato Estados Unidos está viviendo una Edad de oro y que, personalmente, él ha puesto fin a siete guerras, por lo que habría de recibir el premio Nobel de la Paz. Nada más y nada menos.

Con todo, a causa de la devastación provocada en Gaza por el ejército israelí, en esta última reunión plenaria de la Organización de Naciones Unidas se ha ampliado el reconocimiento de la causa Palestina por parte de Reino Unido, Canadá, Australia, Bélgica y Portugal, que se suman a la abrumadora mayoría de países del mundo, también, España. Lo cual ha evidenciado la soledad ante la comunidad internacional de Trump y del primer ministro de Israel, Beniamin Netanyahu, que tuvo que intervenir ante un plenario desierto por el abandono y la no asistencia en señal de protesta de múltiples de los representantes de decenas de países.

Aun así, el mandatario genocida afirmó, erigiéndose en salvador de la civilización occidental, que “Estamos luchando por todos ustedes”, y que seguirá con su ofensiva hasta el final:“ Terminaremos el trabajo”. Trump y Netanyahu son líderes que se definen por su ideología ultra conservadora y su pragmatismo duro, por su uso agresivo del poder como herramienta de negociación y por su visión supremacista y nacionalista. Priorizan la seguridad y control territorial y el aislacionismo selectivo para que“América primero”, en un caso, y“El gran Israel”, en el otro, prevalezcan.

Y, en plena coincidencia ideológica y estratégica, rechazan al multilateralismo y prefieren acuerdos bilaterales y coaliciones de utilidad antes que adherirse a organismos internacionales como la ONU. Prueba de ello es la última propuesta que han pactado y que, al margen de las organizaciones y las normas consensuadas, denominan, a su gusto y conveniencia, “Plan de paz ”para Gaza.

Así, el Neoliberalismo, tras el fracaso de la imposición“pacífica”de su modelo asimétrico de Globalización, a través de estos liderazgos muestra“a cara descubierta”su verdadero rostro: autoritarismo político frente a democracia, dualización económica contra solidaridad y explotación medioambiental a costa de la sostenibilidad. Por cierto que, en todo ello, el Neoliberalismo no tiene nada de “nuevo” ni de “liberal”.

Xavier Aparici, filósofo y experto en gobernanza y participación

 

Florentino López Castro

Florentino López Castro

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