Emprender es un camino lleno de pros y contras. Todo un reto para los jóvenes que, repletos de ilusión y motivación, persiguen sus sueños y confían decididamente en hacerlos realidad. Como Saira Santana, Daida Santana y Adrián Martel, quienes se subieron a La Ola, un espacio de apoyo familiar que cumple dos años en la calle La Rosa, 72, en el barrio teldense de La Garita. Una iniciativa color turquesa, aire costero y de vocación infinita con un amplio programa de servicios que comprende desde el aula matinal para niños y niñas desde los nueve meses a los tres años, pasando por talleres, eventos, fiestas temáticas, campus de navidad, refuerzo escolar e, incluso, la destreza del ajedrez.
La tónica de trabajar duro, dedicando todo el tiempo, es el día a día de estos tres jóvenes emprendedores del municipio que no renuncian pese a que, en ocasiones, el viento no sople a su favor. En los momentos más complicados no han desistido y continúan abriéndose camino a la vez que fomentan un sistema alternativo, libre y de calidad. Integrada en la Asociación Canaria de Espacios de Apoyo Familiar (ACEAF), La Ola celebra sus dos años como mejor sabe hacerlo. Educando en valores, entregándose y aportando valor diferencial al desarrollo personal de sus pequeños protagonistas.
Los recientes cambios que afectan a los profesionales autónomos como el nuevo sistema de cotizaciones por ingresos reales, las modificaciones en las cuotas y otros trámites relacionados no pasan desapercibidos. Sobre todo, para quienes luchan no solo por mantener su método de ingresos y estilo de vida, sino para aquellos que quieren prosperar. Saira, Daida y Adrián apuestan por esto último, pero sin perder de vista las dificultades que se han encontrado y a las que hacen frente con constancia y perseverancia. Son profesionales formados, inquietos y comprometidos. Un ejemplo y caso real de que el emprendimiento es una auténtica cualidad. Que exige y requiere más del cien por cien para llevar a la práctica una idea.
Elegir el momento y lugar idóneo es relativo. La Ola nació así. De una casualidad, de un te imaginas. Desde ese preciso instante este espacio de apoyo familiar llegó para quedarse y tres días después abrió las puertas de su universo. Lo original es imaginar y aprender jugando luce en sus paredes como filosofía. La misma que sus artífices transmiten en sus instalaciones y en el buen hacer que les caracteriza. La juventud de Telde tiene en ellos unos referentes que buscan consolidar su espacio y estilo de vida. Ganas, esfuerzo y superación no les faltan.
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