UNA TRABAJADORA SANITARIA DESVELA EN ONDA GUANCHE LOS HORRORES DEL ALBERGUE DE JINÁMAR

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ONDA GUANCHE acaba de recoger el testimonio estremecedor de Ana María Silveyra D’Avila, una de las trabajadoras sanitarias del Albergue de Jinámar, con unas desgarradas declaraciones en forma de denuncia pública al comunicador y profesor Manuel Ramón Santana, denunciando el incumplimiento sistemático de las medidas sanitarias por la pandemia en el Albergue y visualizando las condiciones infrahumanas, nocivas e insalubres del mismo que serán derivadas al Diputado del Común en un anexo que cumplimentará el activista y comunicador social  Carlos Carreño.       

 «EL ALBERGUE DE JINÁMAR ES UN FOCO  DE INFECCIÓN  Y CONTAGIO»             

La profesional sanitaria Ana María afirmó al redactor jefe de ONDA GUANCHE que «el alcalde Héctor Suárez y el concejal de Servicios Sociales Diego Ojeda no dicen la verdad sobre los verdaderos motivos para echar a los usuarios del albergue. No es cierto que se les haya ofrecido a los usuarios un realojo acorde con sus circunstancias personales. Los usuarios dormían hacinados en grupos de ocho personas separados por una mampara de metacrilato en un catre cedido por Cruz Roja para 15 días donde han dormido durante 6 meses”.

“Hombres y mujeres juntos, sin ninguna protección contra la COVID-19 ni siquiera mascarillas. De hecho, tosían sobre mí sin mascarillas y las medidas de higiene eran inexistentes.  Yo creo que Servicios Sociales ha utilizado a estas personas desfavorecidas. Nunca hubo intención real de ayudar a estas personas, por eso las han vuelto a echar a la calle. Desde luego no ha habido voluntad política en ayudar a estas personas, ni antes ni ahora. Nunca hubo ningún control sanitario, yo misma dormía con un ojo abierto y otro cerrado por la presencia de ratones. Se metieron a los usuarios a vivir como animales con  una manta en un catre, hacinados, hombres  y mujeres. Juntos, sin intimidad. No había ningún apoyo control ni seguimiento con los usuarios con problemas de alcohol o toxicomanías, o enfermos crónicos. Ningún psicólogo o trabajador social  ha venido nunca al albergue, ni se han preocupado por los usuarios, pese a haber muchos de ellos con comorbilidad. Hay un usuario, se llama Juanito que me decía que preferiría que Dios se lo llevara a vivir en las condiciones infrahumanas del albergue, señaló la profesional sanitaria.

Ana María señaló que “no podré olvidar nunca el sufrimiento de José Antonio Beltrán, un enfermo crónico con cáncer y coloctomía entre otros, que hasta su fallecimiento dormía con dolores y angustia en un catre, empeorando gravemente su salud, hasta que falleció.  Si hubiéramos tenido una inspección sanitaria cierran el albergue porque era un foco de infección y contagio y no solo de la COVID-19. En 8 meses no hicieron ningún tipo de pruebas o analíticas a los usuarios ni a los trabajadores que tendrían que habernos hecho al menos la PCR (a usuarios y trabajadores) o vacunar a los asistentes que somos personal de riesgo”, concluyó.

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Florentino López Castro

Florentino López Castro

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