«UN PP DE TELDE SIN CABEZA VISIBLE, SIN MANDO Y SIN SENTIDO DE ORIENTACIÓN»

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Dicen que la situación actual del grupo de amigos  del PP de Telde está dividido en dos corrientes, facciones, bandos, almas en pena, llámalo como quieras. Por un lado, está María Calderín, la mujer con pedigree político, de la vieja guardia, con carnet, disciplina, discursos con comas y experiencia de campo. Hoy es vicealcaldesa —cargo que suena importante hasta que descubres que en realidad está más cerca de ser figura decorativa que eje decisorio—. Pero ahí está, aguantando, observando, y —dicen algunos— mascando bilis con elegancia.
 
Por el otro lado, tenemos a Sonsoles Martín, también de Telde, pero de otra galaxia política. Menos de calle y más de despacho, con acceso privilegiado al “botón rojo” del partido a nivel insular. Sonsoles es de esas que no hace falta que grite porque cuando susurra, tiembla media organización. No necesita estar en los cargos: le basta con estar detrás de los cargos.
 
Y en medio de ese duelo silencioso, surge el recuerdo del tipo alto. Ese personaje que llegó a la política canaria con más labia que proyecto, con más contactos madrileños que conocimiento municipal, y cuya mayor experiencia era haber sido acompañante oficial de Mariano Rajoy. Su función, se dice, era evitar que Mariano se aburriera en el coche y colocarle los papeles en los atriles, no fuera que perdiera el hilo (y todos sabemos que si Rajoy perdía los papeles, no había vuelta atrás).
 
La historia ya es legendaria: cae Rajoy por moción de censura, él se atrinchera en un bar con whisky y resignación, y su escaño lo ocupa el bolso de Soraya, que al menos no daba titulares. Y los escoltas políticos, como el tipo alto, quedaron libres, buscando destino como jugadores sin equipo al cierre de mercado. Quiso ser candidato a la alcaldía de Las Palmas de Gran Canaria. Pero le dijeron que ya había nombre y apellidos. “Tira pa’ Telde”, le susurraron desde Madrid, “que allí hay hueco… y ganas de cambio”. Nadie aclaró que el hueco era más bien un agujero negro.
 
Y aterrizó en Telde. Se vendió como el renovador, el outsider, el que iba a modernizar el municipio con ideas frescas y discurso afilado. Una mezcla entre Adolfo Suárez y un ‘influencer’ político. Le compraron el personaje. Lo hicieron vicealcalde, pero no tardaron en llegar los síntomas: mareos, viajes, desmayos, y hasta un romance político encendido que —según fuentes con tiempo libre— le quitaba más energía que los plenos ordinarios.
 
Entre miradas de calor y cansancio crónico, terminó pasando más tiempo en Doña Rosa que en el Ayuntamiento. Y al final, colapsó: renunció al Senado, al Ayuntamiento, al puesto, al partido, y según los pasillos… a la llave de casa. Un portazo emocional y político en toda regla.
¿Y qué quedó? Un PP de Telde sin cabeza visible, sin mando, sin sentido de orientación y con el grupo de WhatsApp más triste del archipiélago. Silencio en las filas. Hasta que desde la sede insular, donde siempre hay una mano invisible dispuesta a colocar lo que haga falta (menos soluciones), levantaron el teléfono rojo.
 
Llamaron a Sonsoles Martín, la gran conocedora de los códigos internos, que respondió con ese tono que mezcla resignación y control:
«Yo ya en Telde no pinto nada… pero puedo buscar a alguien». Y así fue como apareció Mónica, una mujer sin historia del PP, pero con la bendición de Sonsoles, y —lo más importante— una deuda política de cuando fue diputada regional gracias al empujón del aparato. De Cuando no se es militante, pero militada. Y así, sin primarias, sin ruido, y sin explicaciones… ¡coronaron a Mónica presidenta local!
 
Y ahí es donde María Calderín empezó a temblar por dentro. Porque una cosa es comerse sapos en silencio, y otra que te cambien al equipo sin avisar. María se quedó en el cargo, sí, pero con más soledad que autoridad. Los del club de amigos ya casi no la saludan, no le escriben, no la invitan a las reuniones donde se decide, ni siquiera al grupo de cumpleaños.
 
Según algunos testigos, María se pasó el viernes pegada al móvil, activando la operación «Yo sí soy amiga de Mónica», llamando a los que aún no le han bloqueado, recordando que compartían baños en Salinetas y que de jóvenes iban juntas a la Fraternidad (aunque ahora ni esa sede sabe para qué sirve).
 
Solo nos queda enviarle un mensaje sincero, fraternal y cargado de la más fina ironía institucional: «María, ánimo. Tú puedes. Aunque te borren del grupo, aunque te cambien a la presidenta por una sin pedigree, aunque te ignoren los que hace seis meses te decían ‘compañera’, siempre te quedará Salinetas. Porque La Fraternidad… bueno, eso ya ni el registro de patrimonio sabe si está viva o en fase zombi.»
 
Y vete tú a saber que obras están realizando en su interior.
 
Juan Santana, periodista y locutor de radio
Florentino López Castro

Florentino López Castro

3 comentarios en ««UN PP DE TELDE SIN CABEZA VISIBLE, SIN MANDO Y SIN SENTIDO DE ORIENTACIÓN»»

  1. Podriamos decirle al locutor que contraste información, pero parece que lo que interesa es hablar en nombre de su amo. Así va Telde, gente que no es de Telde hablando de TELDE. Si te viera Soria….

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  2. mira Juan Santana para ser periodista, hay que saber que los puntos cardinales son cuatro, eso desde pequeño lo sabes y es el sentido de la orientación 😂😂😂😂 a estas alturas no vas a ir al colegio, pero bueno que vamos hacer

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