“Telde ha llegado a un punto de inflexión”

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La gestión del gobierno de Telde, aunque prometía lo contrario, no satisface a nadie. La fuerza más votada en las pasadas elecciones (Nueva Canarias), que ostenta la Alcaldía, perdió votos y concejales respecto a los anteriores comicios (pasando de 9 a 7 representantes). La mediocridad política de esta ciudad, ha propiciado que gobernaran los que nadie quería cuatro años antes. ¿Bastó la ausencia de Paco Santiago de la primera línea de NC para auspiciar el milagro? Probablemente no, pero el resto han sido tan malos, que lo han facilitado.

Entre todos la mataron y NC sola resucitó. Después de un empalagoso serial de interminables reuniones impregnadas de moralina, códigos deontológicos, clases de ciencias políticas, manual del buen comportamiento, austeridad, ética y hasta religión, con amagos de ruptura y posterior conciliación, los nacionalistas recuperaron el poder absoluto del Ayuntamiento de Telde, aupados por unos socios (Más por Telde y PSOE), a los que luego expulsó del pacto.

La ciudad de Telde no está para muchas alegrías desde hace tiempo, lamentablemente. Y es que aguantar a Carmen Hernández y el entorno de Nueva Canarias, es un peñazo. Lo ha convertido todo en una demencial espiral de odio y crispación que gira como los huracanes, fuera de control. Sin estrategia definida ni aparente criterio, ha deambulado los últimos meses de mandato persiguiendo sombras y denunciando teorías conspiratorias cada media hora. Ha presionado hasta decir basta, a sus socios de gobierno con un alegato más propio de oposición que de gobierno.

Por si esto fuera poco, la capacidad intelectual de Hernández no ha dado más que para repetir una y otra vez, la misma operación desde el inicio del mandato: Dar pena, ir de víctima y ordenar a sus esbirros informativos, insultar, coaccionar, amenazar, descalificar, despotricar, desprestigiar, intoxicar, amedrentar… mientras paralelamente, la propia Alcaldesa se dedicaba a perseguir y denunciar a informadores y medios que consideraba “incómodos” o creados para “sacarla de la política”.

No contaba sin embargo, la “arrolladora” Hernández ni su NC, con encontrarse a unos socios con “un par” como Más por Telde y PSOE, bien plantados, que desde el primer momento le dejaron claro que no se iban a doblegar ni a tolerar las injerencias acostumbradas por la líder del partido nacionalista. El tiempo les ha dado la razón, Carmen quiso echar un pulso y lo perdió. Este no era el resultado que esperaba, parece que no lo calculó ni ella, ni los supuestos “ideólogos” de los que se rodea. No han sido capaces de incentivar nada, solo destrucción, insulto y división.

Independientemente de aritméticas políticas en el salón de Plenos, filias, fobias, preferencias o favoritismos, Telde ha llegado a un punto de inflexión. En las manos de todos los estamentos con representación social, está hacer un ejercicio de responsabilidad y no permitir que un puñado de “iluminados” que no representan nada más que su propio interés, engañen, perturben la paz social, la cordura y los comportamientos de convivencia más elementales de cualquier ciudad. Ese ejercicio de responsabilidad nos exige a todos señalar con el dedo a quienes durante 30 largos años han dinamitado la vida en Telde, con mentiras, denuncias, juzgados, humillaciones, persecuciones, insultos, descalificaciones, etc.

La realidad nos obliga a construir una ciudad dejando al margen a los alborotadores. Unas veces por interés y otras por cobardía, hemos sido cómplices para que un proyecto vacío como el de NC, haya perdurado en el tiempo más de lo esperado. Los medios de comunicación también hemos caído en las redes de la manipulación.  Además de habernos enfrentado o dividido por su cizaña, hemos dado cobertura profesional a sus barbaries y salidas de tono permanente.

Entre todos podemos devolver a Telde a la normalidad; políticos, medios de comunicación, colectivos sociales, culturales, vecinales, deportivos… Discutir y defender cada uno sus intereses sí, pero dentro de un orden coherente. Ya está bien de dividirnos y enfrentarnos como si viviéramos en un permanente estado de excepción, guerra civil o Chicago de los años 30. A las minorías revoltosas y alborotadoras hay que aislarlas hasta hacerlas entender que no pueden cambiar el sentido común y la normalidad de toda una ciudad.

Ahora que están acorralados, intensificarán sus constantes campañas de descrédito, crispación, enredo y manipulación. Anunciarán el fin del mundo una vez más, dirán que todos hacen trampas menos ellos, se enriquecen ilícitamente, enchufan a todo dios y que los medios están comprados o subvencionados. Advertidos estamos. Ahora depende de nosotros revertir para siempre esta calamitosa situación.

El pueblo que olvida su historia está condenado a repetirla…

Florentino López Castro, director de ONDA GUANCHE

Florentino López Castro

Florentino López Castro

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