Sin luz, ni abasto, ni saneamiento, entre montes, en El Gamonal (Telde)

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¿Ha visto alguna vez una nevera alimentada por una bombona de gas? El espécimen existe. Está en casa de Elisabet, en El Gamonal, un núcleo poblacional donde solo tienen derecho a eso, a figurar en el mapa. De resto, nada. Ni luz, ni alumbrado, ni abasto, ni saneamiento, ni carretera. Ni siquiera está señalizado.

Son unas pocas casas y una docena de vecinos. Resisten porque les tira la tierra. Sin ir más lejos, la familia política de Elisabet Rivero lleva toda su vida en El Gamonal. Su marido se crió en estos montes. Pero el resto de los mortales no ha aguantado tan duras condiciones de vida. «Hasta hace poco éramos 25 vecinos, pero se han terminado yendo», apunta.

Para empezar, viven a 20 tortuosos minutos del resto del mundo. El trozo de civilización más próximo que les queda es Cuatro Puertas. Y su único vial de acceso, de 3,5 kilómetros de longitud, es un angosto camino solo apto para todoterrenos, en pendiente y entre montañas. «Llueve un poco fuerte y nos quedamos aislados». La carretera se convierte en un riesgo mortal, por desprendimientos de piedras y tierra y por los charcos.

«A mí me preocupa mi niño y mis suegros, que ya están muy mayores», afirma Elisabet. El crío apenas tiene 5 años y a su madre le preocupa que pase frío. «No tenemos luz, sino un motor que ponemos pocas horas al día, no llega a cuatro horas, de 7 u 8 de la tarde a 10 y media de la noche, así que no puedo tener mucho tiempo el radiador encendido». Y de los padres de su marido le inquietan los achaques. «Hace tres años le dio un ictus a mi suegra y la que tuvo que correr con ella fui yo, aquí nuestras ambulancias son nuestros coches, ¿quién viene aquí, en estas condiciones?, pero si no saben dónde está». Hace unas semanas le dio otro ictus a un tío de su marido. Llegaron a tiempo, pero…

Viven sin suministro de luz, ni alumbrado, ni abasto público, ni saneamiento, ni servicio de la basura. El agua se las aporta un pozo cercano y les preocupa menos. La almacenan y ya, pero desearían sentir que han entrado en el siglo XXI. Quizás la única señal de modernidad sea la conexión a Internet. La consiguen vía radio. Y la compra la hacen una vez al mes. «Bajamos lo necesario, a las entradas y salidas del colegio».

«Lo más urgente es que arreglen un poquito la carretera, creo que no es tanto gasto», reclama. Hay una asociación de vecinos creada, Avagam, que ha abierto una cuenta para que de vez en cuando los vecinos ingresen alguna aportación que permita meter un tractor y adecentar un poco el camino. «Pero no siempre podemos, somos pocos».

Ni Google lo conoce, pero Zapatero sí

Es curioso, pero El Gamonal no existe ni para Google. Y si se hiciera un sondeo, la mayor parte de los grancanarios dirían que solo conocen uno, el de Santa Brígida. Pero hay otro Gamonal, y está en Telde, en mitad de unas montañas, entre Cuatro Puertas y Piletillas y la parte alta de Lomo Magullo. De hecho, en tiempos, aquí llegaba hasta el cura. Y era el de ese barrio, don Hermenegildo, que venía por Rosiana. Entonces había un rancho de chiquillos en El Gamonal y la iglesia llegaba a donde hiciera falta. Ahora, en cambio, no les visita ni el panadero, aunque para la historia les queda que hasta aquí llegó ni más ni menos que el Plan Zapatero. Para nada. Les colocaron cuatro postes de luz y solo sirven para que se posen las palomas. ¿Y sabe la alcaldesa, Carmen Hernández, donde está? Este periódico comprobó que sí, pero Elisabet la invita a subir. «Que se venga, ella y los concejales, les invito a almorzar, lo digo en serio, y a que se queden hasta la noche, así ven cómo vivimos y el frío que pasamos».

Canarias7

Florentino López Castro

Florentino López Castro

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