La gran lección que nos está dando el coronavirus (y a ver si el cabildovirus, el gobierno y los ajunta y mientos, la cogen y la aprende –creo que no-), es: que el sector primario, ya sea un cachito de tierra, una huerta, unos surcos, un canterito, una parcelita, una orilla de lo que sea (coles, rábanos, lechuga, garbanzos, lentejas, acelgas, tomates, etc., etc., –que para gustos se hicieron los colores-), esta maravillosa gente dadas al mínimo aún a lo rural, campestre, agrícola…, y si además tienen una cabrita escondida –porque está prohibido tenerlas-, son gente maravillosa, porque el coronavirus ni lo sienten ni padecen, pues tienen más que asegurada la comida para la familia y los vecinos, mientras, los metidos en el asfalto, entongados unos encima de otros cuales cajas de cervezas en los pisos rascacielos, en la urbe, en la capital, en las barriadas a las afueras, y grandes poblaciones en-cementadas y con alquitrán, haciendo colas sin poder llegar al pan y al resto de comida o/y leche.
Pues a ver si esta lección –repito- la aprende el cabildovirus y en lugar de plantarnos pinos, nos planta árboles frutales y siembre sementeras (trigo, centeno archita, avena, millo, papas, calabaceras, ajos, cebollas, etc., etc., por si se repite el coronavirus –seguro que va a volver (como la gripe cada año)-, y tenemos autoabastecimiento, y sin esperar abran los supermercados –con sus súper-basuras de comida-, panaderías, lecherías (leche de polvo y agua), y así Dios nos coja confesados, porque de lo contrario o morimos por el virus, o de hambre. Que el gobierno defienda y promueva el sector primario –no de palabras, sino con obras-, que los alcalduchos de pueblos, respeten lo que aprendieron de sus padres, y no lo de las escuelas y en Radio ECCA, pues burros, se las dan de listos, con manos limpias y sin callos, y así nos luce el pelo, que viene el que no esperábamos –y va a volver- y nos está enseñando a volver al terruño y a los rebaños.
Cabildo no mates las cabras, que ellas nos pueden matar el hambre.
El Padre Báez
