«Morales también cuenta turistas»

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Hace escasas fechas, el presidente de Nueva Canarias (NC), Román Rodríguez, se descolgó con unas manifestaciones en las que criticaba duramente la política turística del Gobierno de Canarias pues, a su juicio, se limitaba a “contar turistas”. El dirigente nacionalista mostraba además su preocupación por la indolencia del Ejecutivo autonómico, que según él está dedicando a “vivir de las rentas” en vez de aprovechar el buen momento que atraviesa la principal industria turística del Archipiélago para incrementar la competitividad del destino.

No entro a valorar si le falta razón o no al presidente de NC, pero bien se podría aplicar el conocido refrán de ‘Consejos vendo que para mí no tengo’. Y es que todo aquello que denunciaba Román Rodríguez hace apenas un mes podría servir igualmente para describir la errática política turística que está llevando a cabo su partido, con Antonio Morales al frente, en el Cabildo de Gran Canaria.

Transcurrido ya un tercio de mandato, la política turística del gobierno Tripartito (NC-PSOE-Podemos) no puede ser más pobre y desoladora. Los hechos hablan por sí solos.

Gran Canaria está en cifras récord de llegada de turistas, algo que sucede en toda España producto del aumento de la competitividad del sector (España lidera desde 2015 el ranking mundial de competitividad turística que elabora el Foro Económico Mundial, cuando en 2011 ocupábamos la octava posición) y de factores ligados a la inestabilidad política en países como Turquía y otros competidores del Norte de África frente a la seguridad que ofrece nuestro destino.

Pese a ello, la prioridad del Tripartito por el turismo en estos primeros 17 meses de mandato se podría resumir en una única medida estrella: su empeño por instaurar una injusta y contraproducente tasa turística a la que se opone todo el sector, ya castigado por la subida del IGIC impuesta por el Gobierno de Canarias (CC-PSOE).

Lamentable también es que el Plan de Modernización, Mejora e Incremento de la Competitividad del sector turístico de Maspalomas Costa Canaria lleve meses paralizado por una denuncia interpuesta antes de las elecciones por el concejal de su partido en el Ayuntamiento de San Bartolomé de Tirajana, Ángel López, quien hoy ostenta el cargo de asesor político en el Patronato de Turismo de Gran Canaria, organismo que lleva la política turística del Cabildo. Entiendo que es el premio que le ha dado Antonio Morales y, obviamente, el asesor hace lo que quiere el asesorado.

Este asunto no es baladí, pues quienes, por responsabilidad institucional, deberían defender los intereses turísticos de Gran Canaria son los mismos que se han dedicado a boicotear y poner zancadillas al desarrollo de nuestro principal motor económico. Las consecuencias no pueden ser más catastróficas: inversiones millonarias bloqueadas y más de una docena de proyectos de rehabilitación en el limbo pese al evidente deterioro de numerosos hoteles, complejos de apartamentos, infraestructuras de ocio, centros comerciales y otros espacios públicos.

Este recurso jurídico de NC (resulta impensable que en otra isla un partido político tire piedras contra su propio tejado) está frenando proyectos de rehabilitación que, además de generar mucho empleo, son absolutamente fundamentales para mejorar la calidad de nuestro destino mediante importantísimas inversiones de muchos millones de euros.

Así pues, es evidente que el comportamiento de NC en relación a este asunto está generando un enorme daño a Gran Canaria.

Podríamos hablar también del Consorcio de Rehabilitación Turística, que el presidente del Cabildo ha sido incapaz de reactivar en el primer tercio de su mandato, tramitándose la modificación de los estatutos a paso de tortuga y perdiendo un tiempo precioso para mantener vivo el necesario proceso de modernización y mejora de la zona turística de San Bartolomé de Tirajana, municipio que recibe cerca del 25% de los turistas que visitan el Archipiélago.

Otro gran asunto sin resolver es la ordenación del entorno del Oasis de Maspalomas, que sigue bloqueada por la inacción de Antonio Morales, incapaz pese a sus muchas promesas de encontrar una solución de consenso que permita a un tiempo defender el interés general, respetar los valores naturales de la zona, facilitar la modernización hotelera y mantener los puestos de trabajo en el establecimiento de RIU, tal y como se recogía en la moción aprobada en el Pleno de marzo. Esto demuestra además que el presidente ha faltado una vez más a su palabra, que hizo que el Grupo Popular le diera un margen de confianza que, de seguir así, tendremos que replantearnos.

Si negativas son las consecuencias para la rehabilitación, tampoco se ha hecho nada para remover los obstáculos que están frenando la nueva inversión. En este mandato ha desaparecido del discurso y de la agenda del Cabildo la reivindicación de acabar con la prohibición de la Comunidad Autónoma a la construcción de nuevos hoteles de 4 estrellas, lo que está provocando que muchos turistas opten por viajar a otras islas ante la falta de este tipo de oferta hotelera, la más demandada por nuestros visitantes. Restricciones, en definitiva, que perjudican a todos las Islas pero especialmente a Gran Canaria, por lo que debemos exigir al Cabildo una acción política más activa y reivindicativa en relación a este asunto. De lo contrario, algunas islas seguirán recibiendo cada año casi 1,5 millones más de turistas que Gran Canaria.

Con este raquítico balance en materia turística, sorprende sobremanera que Antonio Morales quisiera tapar sus vergüenzas en la reciente World Travel Market de Londres culpando de su propio fracaso a “las guerras empresariales” y a maniobras políticas contra Gran Canaria por parte del Gobierno regional, con quien, sin embargo, se muestra encantado y feliz compartiendo promoción en las principales ferias turísticas del mundo, incluida Fitur, apoyando así un cambio de estrategia que no nos beneficia.

Excusas de mal perdedor que sólo buscan generar ruido político para intentar disimular ante la opinión pública su falta de proyecto para convertir a Gran Canaria en el principal destino turístico del Archipiélago.

Y es que una cosa es predicar y otra dar trigo. Lo fácil siempre es criticar lo que otros hacen mientras uno prefiere dedicarse la vida contemplativa, es decir, sentarse a contar turistas, vivir de las rentas, aprovechar la inercia del trabajo anterior, atribuirse logros de otros y colgarse medallas que en ningún caso le corresponden.

El ejemplo más ilustrativo del famélico balance de Antonio Morales en materia turística  lo encontramos en el Faro de Maspalomas, Bien de Interés Cultural desde 2005 e icono centenario de la Isla, rodeado de vallas herrumbrosas y cerrado al público por la incompetencia del gobierno Tripartito, derrotado por la aparición de termitas e incapaz de ejecutar un proyecto de rehabilitación que se encontraron ya hecho y que lleva 16 meses paralizado.

Como decía al principio de este artículo, la industria turística de Gran Canaria atraviesa en la actualidad una etapa de vacas gordas. Nuestro privilegiado clima, la inigualable belleza de nuestro paisaje, las kilométricas playas de arena dorada, la magia de nuestros cielos, nuestra exquisita gastronomía, la capacidad de nuestras infraestructuras, la calidad de nuestro sistema sanitario, el Roque Nublo, las Dunas o el carácter afable y hospitalario de la gente de Gran Canaria están, afortunadamente, por encima de las políticas turísticas, pero estamos perdiendo un tiempo precioso para generar mucho más empleo y atraer un turismo mejor en cantidad y calidad.

Felipe Afonso El Jaber, portavoz del Grupo Popular en el Cabildo de Gran Canaria

Florentino López Castro

Florentino López Castro

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