De enero a septiembre han muerto en España 74 personas víctima de la violencia machista. De ellas, 68 fueron mujeres, 5 niños y un hombre.Muchos asesinatos, muchos minutos de silencio, muchas manifestaciones de repulsa. También, ¿por qué no?, muchas fotos de políticos posando cariacontecidos para la ocasión y de feministas a tiempo parcial.
Sí, muchas muertes que alimentan las macabras estadísticas preñadas de sensacionalismo, que, publicadas en la prensa tintada de amarillo, tienen el único efecto de habituarnos. De acostumbrarnos -de la misma forma que lo hacemos ante el ruido u otro estímulo nocivo- a una situación dañina, tanto para las víctimas directas de la violencia machista como para el resto de la sociedad.
Pero nada más, ya que las mujeres siguen muriendo, los niños siguen muriendo y los hombres, aunque menos, también siguen muriendo. Porque ni los minutos de silencio, ni las manifestaciones de repulsa, ni las fotos de políticos con caretas de apenados, ni el histrionismo de las feministas oportunistas sirven para nada, absolutamente para nada.
No sirven para nada porque no consiguen mover las estructuras de una cultura, todavía, fundamentada en el predominio del varón. Una cultura que necesita un cambio urgente. Pero no un cambio desde arriba hacia abajo, desde la sociedad, el colegio o la política hacia la familia, desde el techo a los cimientos. No, para poder modificar los patrones de conductas basadas en el machismo, hay que comenzar a hacerlo desde la familia, fomentando una educación basada en la igualdad de derechos y obligaciones. Una educación donde el rosa y el azul no discrimine, donde los juguetes no sean exclusivos de niños o niñas. Una educación familiar donde la hora señalada para regresar a casa no marque desigualdades entre chicos y chicas. Pero, por supuesto, también una formación complementada con en el ejemplo de los progenitores, donde, por ejemplo, las tareas del hogar, como fregar, cocinar, reparar un enchufe o sintonizar la televisión, dejen de marcar diferencias entre el padre y la madre, entre el hombre y la mujer.
Porque estoy convencido de que la única forma de cambiar un modelo cultural basado en el predominio del hombre sobre la mujer es con una educación asertiva, donde los niños y niñas aprendan, desde edades tempranas, tanto a defender sus derechos como a defender y respetar el derecho de los demás, independientemente del sexo de la otra persona.
José Juan Sosa Rodríguez
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1 comentario en ««Menos minutos de silencio y más educación asertiva»»
Y menos pornografía al alcance de los menores y de los niños y es que aun clic pueden ver lo que quieran y sin control …………..la pregunta es cuantos padres se preocupan de estas visualizaciones,si de lo que ven sus hijos y con quien lo ven,aaaamijo y lo del minuto de silencio con cara de compungidos (solamente cuando muere una mujer) es una chorrada y la utilización política que de estas desgracias que ocurren en un hogar, en un ámbito privado (casi imposible de evitar) de toda la patulea de izquierda de pegatina es R E P U G N A N T E.