Manuel Ramón Santana: «Recuperar el papel del verdadero periodismo libre»

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Tal como avanzamos en el diario digital Onda Guanche y Teldeenfiestas el pasado viernes, día 8 de Abril se presentó en Telde un nuevo medio de comunicación audiovisual, Videos al director, en la Sociedad Cultura Recreativa La Fraternidad en los Llanos de San Gregorio en Telde, en un sencillo acto presentado por el psicólogo y criminólogo, el doctor, Pepe Ortega que tuvo como padrinos al escritor, Víctor Ramirez y comunicador y profesor, Manuel Ramón Santana, cuyas presentación reflejamos a continuación.

Intervención de Manuel Ramón Santana

Hubo un tiempo en que existió la democracia. Al menos algo que se pareciera a la verdadera soberanía popular, algo que realmente estuviera cerca de aquella idea primigenia de los filósofos griegos o los ilustrados franceses, que pretendía ponerle freno a los tiranos, a los dictadores, al uso torticero del poder absoluto por parte de una casta para mantenernos como súbditos al resto. Parecieran estas mis primeras palabras el comienzo de un mitin y nada más lejos de mi intención y voluntad, porque ya para mítines y mitineros nos bastamos con los que tenemos al frente de nuestras actuales instituciones. Esta proclama en favor de la democracia con que quería iniciar mi intervención de hoy aquí en este acto, tiene mucho que ver con lo que nos convoca porque para un informador, para un comunicador, para un activista de la libertad de expresión como me considero, la existencia de un verdadero régimen de libertades es como el aire que respira, el agua que calma la sed, el alimento que nos mantiene vivos. Hace tiempo que en España no existe libertad ni democracia. Creímos haberla recuperado tras la muerte del dictador y su dictadura, pero sólo fue verdad en parte.

Alguien pensará que exagero. Alguien pensará que es muy radical esto que digo, pero les aseguro que son muchísimos los testimonios y testigos, muchas las víctimas, muchas situaciones y episodios que lo prueban. Tantas y tantos como los dineros empleados para hacer posible que la inmensa mayoría de la población no pueda verlo con claridad nítida y así permanezca engañada, intoxicada, alienada.

En una verdadera democracia cada voto valdría igual que el otro, los parlamentos serían el fruto de esa proporcionalidad y la soberanía respondería más a la voluntad mayoritaria que al capricho partidario. Qué decir del llamado poder ejecutivo, ese otro pilar. Aquí quienes detentan el poder ejecutivo en la mayor parte de los municipios o en el gobierno del Estado ni se sienten empleados del pueblo una vez salen elegidos ni tienen entre sus principales prioridades atender los sufrimientos, anhelos, lamentos y esperanzas de un pueblo que en el fondo consideran y creen sin capacidad ni entendimiento para gobernar.

El otro pilar, la justicia, esa dama que debiera ser justa, equilibrada, freno a los abusos del mismo poder, se ha convertido en dulcinea de una madrastra llamada corrupción, en súbdita de los partidos, en ciega que no quiere ver y en sorda que no quiere oír. La administración de justicia es hoy, secuestrada por la mala política, es como la mona que se viste de seda.

Muchos periodistas, comunicadores, activistas de la libertad de expresión, nos refugiamos un día en el que fue cuarto poder, los medios de comunicación, pensando que, al menos desde ellos, podríamos hacer porque la democracia pudiera sobrevivir. Pensamos que desde nuestros micrófonos, nuestras columnas de información, nuestros testimonios a pie de calle, el poder mal entendido y ejercido, podría tener un antídoto, un anticuerpo, una vacuna capaz de reconducir a quienes intentaran arrebatar esa idea de que el poder verdadero reside en el pueblo o no es poder legítimo.

Pero quienes compraron un día a los partidos, después a los parlamentos, después a los gobiernos, más tarde a los jueces, pronto entendieron que a quienes había realmente que callar era a los medios. Y es que las leyes electorales podían amañarse, las campañas electorales financiarse, la voluntad de los partidos subvencionarse, pero para callar a un ciudadano armado con un micrófono, una cámara de fotos y una conciencia social, la cosa era complicada. Por eso decidieron comprar a los grandes medios, comprar silencios o subvencionar ruido según convenga. Por eso decidieron que con cuatro perras podían convertir en esclavos a los que escribían en papel, en súbditos obedientes a quienes hablaban en una emisora o tertulia, convertir a otros en sicarios capaces de asesinar la imagen de aquellos que no se doblegaban y así hasta hoy.

A mi en Telde, por denunciar la corrupción de algunos, los negocietes de otros, las mediocridades de la mayoría de nuestros llamados representantes, salvo honrosas excepciones, me han querido callar. Hoy podría estar en la cárcel, mientras los que deberían estarlo por delitos que no son de opinión precisamente campan a sus anchas.

Pero como dice la sabiduría popular, mientras hay vida hay esperanza y hoy estamos convocados aquí para hablar de una pequeña esperanza, una rendija que se abre ante tanto túnel oscuro. Esa la ventana que nos abre un viejo amigo y buen compañero, un comunicador de libertades que fue y es Jose Ortega. Hoy como ayer, pretende recupera la esencia de lo que es información, la esencia de lo que significa darle la voz al pueblo para que éste, sin intermediarios pagados, diga lo que quiera, denuncie, levante la piedra donde otros quieren esconder sus pifias. Nace un nuevo medio de comunicación, humilde y sencillo hoy, pero quien sabe si precisamente por ser honesto y verdadero, se convierte en inmenso y capaz de generar miedo en quienes hoy se han cargado nuestra democracia.

Algunos estarán pensando; ¿Y cómo piensan estos con un medio tan pequeño incomodar a ese poder tan omnipresente?. Pregúntenselo al inmenso elefante que, creyendo poder cargarse a la minúscula hormiga, se encontró cuan molestas pueden llegar a ser muchas hormigas en su pata y cuanto ha de correr para librarse de ellas si se le adosan a las pezuñas hasta hacerlo enloquecer.

Amigo Pepe, a mí me tendrás a tu lado para hacer de este medio ese cuarto poder, ese poder del pueblo que es capaz de generar que los que nos ven como hormigas sepan que en verdad, siendo más, podemos hacerles enloquecer si no respetan la voluntad general, si no gobiernan para el bien común, si no se comportan como verdaderos empleados del pueblo, si no actúan para dignificar la democracia.

Amigo Pepe, espero, deseo, que esta apuesta tuya sea una punta de lanza para recuperar el papel del verdadero periodismo libre, sin ataduras ni pleitesías, sin más precio que el servicio honesto y comprometido con nuestro pueblo, el pueblo llano y trabajador, el pueblo canario.

Gracias y adelante.

Manuel Ramón Santana, profesor y comunicador

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Florentino López Castro

Florentino López Castro

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