Mal acabado de las obras de rehabilitación en las viviendas de Jinámar

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Los vecinos de los bloques 25 y 27 de la 1º Fase del Valle se quejan del mal acabado de las obras de rehabilitación. La pintura se cae, las palomas toman los patios y hay bajantes sin conectar.

De noche todos los gatos son pardos. Así reza el refranero y así cabría aplicarlo al estado que presentan los bloques 25 y 27 de la 1ª Fase de viviendas de promoción pública del Valle de Jinámar, situados en la calle Manuel Alemán Álamo. A simple vista, desde la distancia, lucen como nuevos. Les acaba de lavar la cara, y más cosas, la ejecución del programa de rehabilitación de viviendas conocido como Área de Regeneración y Renovación Urbana de Jinámar, que es cofinanciado por cuatro administraciones (Gobiernos central, canario, Cabildo y Ayuntamiento) y por los propios residentes. Pero cuando uno acerca el foco observa que, pese a que no hace ni un año que se dieron por finalizadas las obras, la pintura se está desprendiendo, los patios de luz se han convertido en gigantescos palomares y, por tanto, en peligrosos focos de infección, hay bajantes sin conectar (el agua cae a chorro al suelo del patio), chaflanes recién hechos que ya están a punto de romperse y precipitarse al vacío, y un parterre en el 27 que debió ser adecentado y que hoy es cobijo de calentones (una planta invasora) y ratas que parecen conejos.

Pedro Santiago Duque, presidente de la comunidad de vecinos del bloque 25, lo resume en una expresión. «Esto es producto de un mal acabado, de hacer las cosas mal». Junto con Carmelo Pérez, vicepresidente de la comunidad vecina, la del bloque 27, hace de cicerone en un particular paseo por las deficiencias que dejaron los obreros. «Claro que está bien que arreglen los bloques, pero hombre, ya que lo hacen, que lo hagan bien, porque en algunas cosas nos dejaron peor de lo que estábamos; hay que decir que nuestras comunidades funcionan, teníamos los bloques al día». Y recuerda acto seguido que los vecinos también pusieron su cuota. «Nosotros no decidimos cuánto teníamos que poner, nos lo impusieron ellos (en alusión a las administraciones), y pagamos poco, no llegaba a 400 euros; si llego a saber esto, hubiera preferido poner 1.000 y que nos los dejaran en condiciones». Por cierto, aprovecha y hace un inciso. Recalca que se advierta de que estas obras solo rehabilitan los edificios (cubierta, fachadas y zonas comunes) y su entorno próximo, no los pisos por dentro. «Se jactan de que han rehabilitado 1.000 casas y no, no es así, han arreglado o arreglan los edificios».

Solo recibe largas.

Hechas estas apreciaciones por Pedro Santiago, ambos coinciden en apuntar que quizás lo que más les urge es atajar el riesgo contra la salud que les suponen las palomas. En el bloque 27 no sufrían este problema, y en el 25 habían logrado atajarlo gracias a una inversión hecha por los propios vecinos, pero pasaron las obras, cambiaron las redes de los patios de luz y se les vino el mundo encima. No están bien sujetas, o no son adecuadas, y eso hace que las aves entren y que luego no puedan salir, por lo que mueren en los patios, convertidos en palomares gigantes. Bastó abrir la ventana de la escalera que da al suelo de uno de ellos para apreciar el foco de infección que se ha generado. Está tapizado de excrementos. En la cubierta colocaron a posteriori unas cuerdas disuasorias, pero están sujetas a los pretiles con remates que ya están oxidados, cuando se colocaron hace nada.

Santiago ha perdido la cuenta de las reuniones, llamadas o wasap intercambiados con directivos y técnicos de Fomentas, la empresa municipal que coordina las obras. «Llamas y siempre están reunidos, es una cosa…». Y llegó a verse con la alcaldesa, Carmen Hernández, en febrero de 2018, que le prometió una solución en 21 días. «¿Cuántos han pasado?». También lo intentó con el edil del distrito, Abraham Santana. Hace semanas que le pedí si podía llamarlo y sigo esperando. «Al final pasará la garantía de las obras».

Canarias7

Florentino López Castro

Florentino López Castro

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