LOS VECINOS DE VALLE CASARES (TELDE) TIENEN QUE ROTULAR ELLOS MISMOS SUS CALLES

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Los vecinos y vecinas de Valle Casares tienen que pinta sus propios carteles para señalizar sus calles para ser localizados por ambulancias y otros servicios ante la desidia y abandono que viene sufriendo del área de Servicios municipales, entre otras.

Valle Casares sólo figura en la agenda política de Telde en las campañas electorales y luego para pagar impuestos de gran ciudad y recibir servicios de chabolistas.

ASÍ SE ESCRIBE LA HISTORIA DEL CASERÍO OLVIDADO POR LOS GOBIERNOS DE TELDE

En el siglo XVII el Valle de Casares tenía mayor entidad y tamaño que el que actualmente

Topónimo se localiza en un pequeño caserío al que se llega por la carretera GC-803 de acceso a Las Gavias, desde el barrio de La Solana en la carretera GC-810 de la Higuera Canaria a Valsequillo por San Roque.

Este caserío, que en la actualidad ha perdido entidad, fue lugar muy nombrado desde los primeros años de la Conquista. Juan Inglés apodado «el Viejo» referiéndose al conquistador, en 1537 otorga testamento en el que destaca la fundación de una capellanía que cuenta entre sus propiedades con tierras y agua en el «Valle de Joan Casares».

A partir de aquí, algunas fuentes sostienen que su nombre se debe al también conquistador Juan Casares, que obtuvo tierras en el lugar. El apellido Casares está presente en la conquista de Canarias, pues Juan Tello Xuárez, Regidor perpetuo de Gran Canaria, casó con María de Casares y Calderín, matrimonio del que nació Francisco Xuárez Tello, capitán, que se casaría con Juana Van de Walle y Maroto.

Las familias Tello y Casares entroncaron con los Castillo, sucesores de Juan Inglés, quienes establecieron un vínculo con algunas de sus propiedades conocido como el «Vínculo de Casares», que fue fundado el 18 de noviembre de 1580 por Juan Suárez Tello y Francisca Hernández, vecinos de Telde, que pasó a su hijo Antón Suárez Tello.

Como se ha dicho, en el siglo XVII el Valle de Casares tenía mayor entidad y tamaño que el que actualmente conocemos, ya que en este siglo se consideraba que su extensión iba desde la actual Higuera Canaria hasta la cumbre o el Valle de Oreste. Con posterioridad algunos de los vecinos rechazaron quedar incluidos en la parroquia de Valsequillo, dividiéndose el territorio del Valle de Casares al constituirse Valsequillo en Ayuntamiento independiente al de Telde, dibujando una punta de territorio que aprovechando la frontera natural Sur del Lomo del Camello, se adentró entre la Vega de Santa Brígida y el nuevo ayuntamiento de Valsequillo hasta el poniente, para mantener todo el valle bajo la jurisdicción administrativa teldense.

El vínculo de Cristóbal Ignacio Castrillo, capitán de Infantería, y Ana Hernández de Quintana, fundado el 30 de agosto de 1765, incluía también distintas propiedades en el lugar, con una ermita bajo la advocación de María y José en su hacienda, como así hicieron constar: «Patronato de la ermita de los Santos Desposorios de María y Jose que han fabricado de nuevo en la hacienda del Valle de Casares en la que está colocado un cuadro grande de dichos Desposorios con su marco dorado y demás ornamentos de la ermita».

También incluyen las diecinueve fanegas de tierras productivas en dos pedazos que habían comprado: «Hacienda del Valle de Casares plantada de viña, vidueño malvasía, olivar y otros frutales con ocho días y ocho noches de agua y derecho de albercón del Heredamiento del Valle de Casares. En ella fabricaron casas, bodegas, lagar y molino e ingenio de aceite. Y hacienda frente a la anterior plantada de viña, vidueño, malvasía, olivar y otros frutales con once días y sus noches de agua y derecho de albercón del barranquillo de Juan Inglés».

La titularidad de las tierras cambia con las leyes de Desamortización, y es Andrés Cabrera León, escribano y rematador de la hacienda del Valle de Casares, de los bienes vinculados de la capellanía de Juan Inglés, quien se otorga asímismo escritura de propiedad el 28 de febrero de 1805; poco después hace una declaración el 18 de mayo de 1808, manifestando que el remate lo hizo por encargo y con dinero de Julián Perdomo, capellán real, quien la estaba poseyendo desde el momento del remate.

Manuel Ramón Santana

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Florentino López Castro

Florentino López Castro

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