No saben cuándo ni cómo ni lo que les va a costar y esa incertidumbre no les deja dormir. Y es que, en definitiva, lo que está en juego no es un recinto renovado, lo que está en juego es el futuro de sus familias.
Ante el que se supone que debería ser un traslado inminente a la instalación polivalente de Narea, los comerciantes del Mercado Municipal siguen a dos velas o, dicho en modo culto, carecen de la más mínima información acerca de una operación en la que, «por si los responsables del Ayuntamiento aún no se han dado cuenta, nos estamos jugando el futuro», aseguraba ayer Juan Fernando Pérez, presidente de la cooperativa que aglutina a los 33 puesteros.
Los miembros del colectivo llevan varias semanas reclamando a la concejala del área, Marta Hernández, que les convoque para informarles de la situación en la que se encuentra el proceso y, sobre todo, para darles la oportunidad de consensuar cuestiones que consideran cruciales para hacer efectivo ese traslado. Pero, según afirman, hasta ahora sólo han obtenido la callada por respuesta.
Por eso, este lunes presentaron un escrito en las oficinas municipales, en el que solicitan que ese encuentro se produzca lo antes posible.
«Yo no quiero pensar mal, pero parece que nos van a reunir cuando ya esté todo encaminado y sea difícil asumir las propuestas que podamos hacer los afectados», comentaba Pérez para, a continuación, decir: «Hace dos meses que hablé con usted para informarle sobre este asunto y hoy no puedo decirle nada nuevo, porque seguimos exactamente igual: en la más absoluta de las incertidumbres».
FLECOS
Como ya relatábamos en esta misma página el pasado 7 de mayo, por aquel entonces quedaban muchos flecos, en especial en lo referente a las condiciones económicas.
Lo que los comerciantes sabían antes era exactamente lo mismo que saben ahora: que deberán asumir los gastos de traslado del personal, el alquiler de grúas y el almacenaje de la mercancía que no puedan trasladar.
Aquel día, Pérez decía: «Estamos abiertos a negociar la posibilidad de compartir gastos, porque quieren que lo paguemos todo y son cifras que algunos no podrán afrontar».
Todo eso sigue vigente porque, hoy, los comerciantes no saben ni si se van ni cuándo se van ni cómo se van. «En diciembre, la alcaldesa nos dijo que el traslado era inmediato y ahora hay rumores de que será en septiembre. Si ya no vivimos, porque estamos pendientes, cuantos más días pasen sin noticias, viviremos menos».
El sentimiento que se extiende entre los afectados es que el Ayuntamiento podría estar intentando aburrirles, para que se muden sin protestar. «Luego vendrán y nos dirán: Esto es lo que hay y te lo comes con papas», se lamentaba Pérez.
«Los políticos podrán contar lo que quieran a la prensa y a la oposición, pero nosotros no sabemos nada, ni oficial ni extraoficialmente», aseveró. «Y si no nos dan detalles ni tiempo para prepararnos, al final, a lo mejor nos va a costar mucho movernos».
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