Las viudas lloran al pescado en el tradicional entierro, la última fiesta del Carnaval de Telde

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«La pobre… estamos muy apenadas todas, era muy joven para morir», comentaba, entre el llanto y la risa, Dolores Hernández acerca de la sardina en el tradicional entierro. La situación ayer en Telde era dantesca, con un pescado ya frito pero engalanado cual faraón egipcio, con el dorado como color predominante, y listo para quedar achicharrado más allá de su punto. Quizá, demasiado hecho.

Aunque dada su condición de fallecido, poco pudo opinar el animalito sobre el método en que habría preferido que se honrara su memoria. «No le hicieron ni la autopsia», se quejaba otra de las viudas integradas en el recorrido, que partió desde la calle María Encarnación Navarro y finalizó en las canchas deportivas del parque de San Juan.

A pesar del dolor y el desgarro, la propia Hernández destacaba que «lo verdaderamente triste es que se nos acabe el Carnaval, que me encanta y todos los años participo».

Pero sus acompañantes, también de estricto luto, no permitían que la guasa se saliera del asunto. «Ayer mismo tenía el mojo y las papas preparadas y hoy [por ayer] va y se me muere… es una tragedia», se lamentaba Benedi Rodríguez, a la vez que tiraba de su pañuelo de seda para secar su rostro ajado.

Otros, en lugar de cualquier trapo, se apañaban con cualquier otra cosa para quitarse de la cara las lágrimas de tristeza. Como el joven Iovanni Ortiz, también caracterizado de viuda, que utilizaba un billete -falso- de 200 euros para abanicarse. «Esto es lo único que me dejó la sardina de pensión», señalaba. «Y encima me dejó este animal para que lo alimentase», añadía a la vez que sacaba un perro de peluche de color rosa de su bolso. La verdad es que con esa renta le será complicado mantener al chucho con vida. Y con color.

La desolación era de tal calibre, que en kioscos y supermercados se agotaron los clínex, entrando por la noche varios contenedores para satisfacer la demanda, especialmente cuando el olor a asadero de sardina provocaba el abatimiento de la población. No escapaban de esta desgracia anunciada los acompañantes: la comparsa infantil Kisamba, la batucada Tío Blas, la comparsa Los Lianceiros, la murga Las Despistadas, la comparsa infantil Cubatao, la batucada Rayo de Luna, la murga Los Nietos de Sary Mánchez, la comparsa infantil Chiramay, la batucada Samba Isleña, la murga Los Twitty’s, la comparsa infantil Yoruba, la batucada Show Band Los Piratas del Caribe y la murga Las Traviesas, además del coche oficial con la Reina del Carnaval en su interior y, por supuesto, el grupo de viudas y el féretro de la sardina. De este modo, la ciudad se despidió del Carnaval de las pirámides.

FOTOS

La Provincia-Dlp / Tucarnavalaqui.com 

Florentino López Castro

Florentino López Castro

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