Desde hoy mismo ha entrado en vigor el acuerdo de la Unión Europea y Turquía que permite deportar refugiados e inmigrantes irregulares hacia aquel país. Los 28 miembros de la UE, con escaso entusiasmo, han aprobado el pacto que en el fondo es una decisión comunitaria para sellar sus fronteras. Un acuerdo que tiene aspectos muy criticables y se parece mucho a un parche de urgencia, para acabar con las imágenes de personas en campos de refugiados cubiertos por el barro.
Es la respuesta, más pragmática que ética y social, de la UE al mayor drama humano desde la Segunda Guerra Mundial. Cientos de miles de personas vagando en la búsqueda de un refugio, comida y seguridad ,que los aleje de las guerras civiles y religiosas que asolan ,desde hace cinco años, sus países de origen.
El drama supera todos los flujos de población anteriores. Se calcula que afecta a unos 4,5 millones de personas, principalmente sirios, afganos e iraquíes. En Turquía hay 2,3 millones de refugiados y un millón en el Líbano. La ONU dice que prácticamente la mayor parte de la población siria está en grave peligro tras cinco años de guerra civil.
El pacto europeo ,tras cuatro meses de negociación, está siendo censurado, entre otros motivos, porque en el fondo vulnera la Convención de Ginebra de 1951 que prohíbe las expulsiones colectivas, que en el pacto se disfrazan.
Para atenuar las devoluciones, el acuerdo incluye el mecanismo conocido como “uno por uno” por el cual la UE se compromete a aceptar un sirio por cada sirio devuelto a Turquía, para acabar con el modelo de negocio de las mafias traficantes de personas. El reparto de esas personas dentro de la UE se hará sobre la base de los compromisos ya existentes y ya una vez asentado ese cupo, cada miembro de la UE aceptará refugiados de forma voluntaria.
La compensación para Turquía será de 3.000 millones de euros ,con posibilidad de ampliación por igual cifra y dar mayores impulsos al proceso de integración de Turquía en la UE. Se establece un procedimiento individualizado para el asilo y devolución ,pero abundan las sospechas sobre el grado de cumplimiento. Así lo han manifestado Amnistía Internacional, Cáritas y varias ONGs.
Remediar este tremendo drama humano, de una forma eficaz y de una vez, requiere abordar las causas y no solamente paliar las consecuencias como ahora se intenta con los refugiados. El origen está en las guerras civiles y religiosas de esa zona de Asia , que han propiciado la creación del Estado Islámico. Es evidente que hasta ahora han fracasado las iniciativas políticas por lo que debiera considerarse la alternativa de una solución militar, con la aprobación de la ONU, para acabar con estas nuevas formas de terrorismo y guerras urbanas que destrozan a la población.
Es evidente que la UE se ha quedado sola y es incapaz de llegar a acuerdos de paz en la región. Estados Unidos y Rusia, si tienen medios de presión de todas las clases , pero cada uno mantiene sus propios intereses. Ni siquiera juntos se ponen de acuerdo para impedir el tráfico de armas o asfixiar financieramente a grupos y terroristas..
La mejor manera de ayudar a los refugiados es llevar la paz a sus países de procedencia y no taparse los ojos con unos cuantos euros.
(*) José Luis Poyal. Periodista. Historiador. Profesor Universitario