«La Iglesia y el pueblo canario»

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Quien conozca e investigué la historia y cultura del pueblo canario, podrá comprobar que, desde sus primeros pobladores- los conocidos como aborígenes canarios-, nos manifestaron la realidad que estudia la filosofía y las ciencias de las religiones. Esto es, la experiencia de búsqueda y apertura a la trascendencia, la espiritualidad del encuentro con Dios y una vida plena, eterna. La fe cristiana e iglesia católica realiza este encuentro con dicha experiencia de Dios, revelada en el Evangelio (Buena Noticia) de Jesús de Nazaret, y se va desarrollando a lo largo de la historia de Canarias. La primera Iglesia Canaria, con sus Obispos, promovieron una transmisión de la fe con un desarrollo humano e integral. La Iglesia sirve a esta misión con la promoción de la fe, espiritualidad y de la persona en todas sus dimensiones, con la defensa de la vida y dignidad de los canarios, con el compromiso por la paz y la justicia liberadora. Efectivamente, frente a la dominación e injusticia que padecían estos primeros nativos canarios, la iglesia con sus Obispos y Papas promovieron su dignidad, derechos y liberación integral, por ejemplo, de la lacra de la esclavitud.

Se destacaron en esta tarea Obispos como Fr. Mendo de Viedma, Juan Frías, Calvetos, San Diego de Alcalá, Fr. M. López de la Serna, Fr. Diego Ilescas en colaboración con los Papas Pío II con la bula “Pastor Bonus” y Eugenio IV con “Universis

Chistifidelibus”. Estos Obispos canarios, junto a otros como Fr. Bartolomé de las Casas, y dichos Papas defendieron a los aborígenes canarios de la esclavitud, opresión e injusticia que sufrían a manos de los poderosos, conquistadores y piratas. Ya en la edad moderna, esta transmisión de la fe y desarrollo liberador e integral con los pobres, trabajadores y oprimidos, continuó con el Obispo Urquinaona, precursor de la Doctrina Social de la Iglesia, iniciada por el Papa León XIII en la encíclica “Rerum

Novarum”. Lo que llevan a la práctica, con la acción social, Obispos como Marquina, Pérez Muñoz y el recordado Pildain que impulsó Cáritas, a la vez, que denunció proféticamente las injusticias sociales. Fr. Albino y Domingo Pérez promueven una economía y banca ética más solidaria, con los Montes de Piedad, viviendas sociales para los pobres y hospitalidad fraterna a los migrantes. En el mundo de la ciencia y cultura destacan sacerdotes y autores como José de Viera y Clavijo o B. Cairasco de Figueroa, que nos han dejado un legado cultural muy significativo. En este tiempo, el pueblo canario vive su devoción a María, con las advocaciones de la Candelaria o del Pino.

En la época más reciente, el Obispo Infantes Florido lleva la fe y misión a las periferias marginales de la Diócesis de Canarias, impulsa el protagonismo de los laicos con su acción transformadora en la iglesia y sociedad. Y el querido Obispo Ramón Echarren sigue promoviendo esta participación y protagonismo de la iglesia, de los laicos en la realidad humana e histórica, con una sensibilidad social en la promoción de la solidaridad y de la justicia liberadora con los pobres de la tierra; frente a las desigualdades e injusticias sociales-globales en el Norte y Sur empobrecido del planeta. En este sentido, es de destacar la vocación y servicio de tantos misioneros canarios, en todos los lugares del mundo, con los más pobres y excluidos del planeta. Actualmente los Obispos como Bernardo Álvarez o Francisco Cases tratan de continuar esta misión, fe y promoción humana e integral. Mons. Cases nos ha transmitido “la solidaridad y fraternidad en los tiempos de crisis económica, en el reparto de los bienes y derechos». Con su experiencia en África, Mons. Cases nos ha mostrado que significa literalmente “morirse de hambre” y considera que “las situaciones de neocolonialismo europeo e internacional sobre África son las verdaderas causas de la inmigración desesperada”.

Estos Obispos Canarios se han pronunciado de forma conjunta sobre la realidad de la inmigración. Denunciando las “injustas reglas de la economía mundial, que han condenado a África a la pobreza y el olvido”. Y analizan que los dos desembarcos, “el del inmigrante en Canarias y el del empresario en África, no están desvinculados”. Esta necesaria memoria y síntesis que apuntamos de la historia de la fe e iglesia en Canarias, creemos, que nos muestra una fe, espiritualidad y ética con valores universales, morales y sociopolíticos. Lo que puede promover el diálogo con la cultura y la sociedad para el bien común del pueblo canario, en la fraternidad solidaria y la justicia con los pobres de la tierra, que debe orientar a una convivencia entre las diversas creencias y culturas.

(*) Agustín Ortega Cabrera. Doctor en Psicología, Sociología, Humanidades y Teología (Assopress)

Florentino López Castro

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