JUAN VERDE: «LA POLARIZACIÓN POLÍTICA EN ESPAÑA ES EXTREMA»

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Juan Verde, el teldense que más alto ha llegado a la política mundial y que asesoró a los Clinton, a Obama y a Gore, se define como «bicultural». Décadas viviendo en EE.UU. le permiten entender cómo piensan los norteamericanos. «Es mi país también», resume este analista político preocupado por un Trump que, de ser reelegido, acelerará su aislamiento internacional en la era poscovid.

En una entrevista con Efe desde Galicia, donde el estado de alarma le pilló visitando a su familia, él mismo avisa de que no es imparcial. Siempre ha apoyado a los demócratas. Con ellos ha participado en cinco campañas presidenciales en la que define como la democracia más madura del mundo, ahora de lleno junto a Joe Biden.

Comprometido con el medio ambiente, impulsor del talento juvenil y consultor para el ámbito público y privado, este canario cree que la crisis sanitaria va a redefinir la globalización y perfilar un mundo menos dependiente de China, en el que la alianza de EE.UU. con la UE es necesaria. Aislarse como Donald Trump, opina, es miope e irresponsable.

Pregunta.- Imagínese por un momento de asesor de Trump, ¿qué le diría al presidente si fuera su mano derecha?

Respuesta.- Yo le diría que no todo vale y que en los momentos de crisis, en particular, es cuando verdaderamente debe predominar la honestidad, la transparencia y, sobre todo, la visión de Estado. A la hora de tomar decisiones, un presidente tiene esa responsabilidad de constantemente recordarse a sí mismo por qué está ahí. Yo creo que debería recordarse que es el presidente de todos los norteamericanos, no solo de aquellos que le han votado.

P.- ¿Cómo definiría su gestión de la crisis?

R.- Creo que ha sido francamente irresponsable, miope y oportunista desde un punto de vista político. La decisión que ha tomado de decir que los gobernadores son los que deben decidir si la gente debe salir o no, es oportunista. Le permite poder echarle la culpa a los gobernadores, sobre todo a los demócratas, para que tomen las decisiones difíciles cuando gran parte de la población en esos estados, particularmente en la América profunda, quiere que se levanten las medidas. Está pensando en las próximas elecciones de noviembre y no en las próximas generaciones y eso es una muestra más del tipo de persona que está hoy en la Casa Blanca.

P.- Antes del coronavirus se preveía que Trump seguiría en el poder tras las elecciones. A día de hoy, ¿eso ha cambiado?

R.- Ha cambiado y mucho. Las encuestas muestran que Donald Trump tiene hoy prácticamente la misma base de apoyo que tenía antes del coronavirus. Y eso no es bueno porque, históricamente, cuando ha habido momentos de crisis, los índices de popularidad de los presidentes se disparan de forma exponencial, normalmente son intocables. El pueblo norteamericano tiende a unirse y a intentar asumir esa cultura de que «en mitad del río no se cambia de caballo», una frase muy americana que explica muy bien esa actitud del ciudadano norteamericano, que en tiempos de crisis no quiere cambiar de líder. El hecho de que no haya subido en las encuestas y que está perdiendo de manera diaria puntos es un indicador de que es muy vulnerable de cara a las siguientes elecciones.

P.- ¿Contempla la posibilidad de que se aplacen los comicios de noviembre?

R.- Lo veo prácticamente imposible. La única forma de posponer unas elecciones es que haya un consenso por mayoría absoluta tanto en la Casa Blanca como en el Congreso y en el Senado. Hoy por hoy, los demócratas gobiernan y tienen mayoría en el Congreso y no hay ningún tipo de apetito político para posponer las elecciones.

La pregunta que sí surge es cómo puede afectar en cuanto al resultado final de las elecciones. Se llevan a cabo el 3 de noviembre pero, ¿de qué forma? Y eso sí que va a tener un impacto negativo o positivo, no sabemos para qué candidato. Si se permite el voto por correo o que las urnas estén abiertas, no 24 horas, sino 2 o 3 días, eso podría cambiar de forma considerable el resultado. Históricamente en EE.UU. una mayor participación ciudadana beneficia a los demócratas y creo que Donald Trump no lo va a permitir. Creo que esa va a ser la gran batalla y la duda en los próximos meses: de qué forma van a intentar los republicanos limitar la participación.

P.- En España se habla de llegar a un pacto político para la reconstrucción, ¿es eso posible en EE.UU.?

R.- Sí que lo es. Y el hecho es que ya ha habido un plan de reconversión económica inicial en EE.UU., aprobado después de mucho debate, pero que ocurrió en un periodo de tiempo relativamente corto y que fue unánime. Es un indicador más de que Estados Unidos sí es capaz. Históricamente lo ha hecho y otra vez lo volverá a hacer: ver más allá de la situación actual y pensar en el futuro. Yo soy muy optimista al respecto. Eso sí, creo que cualquier plan actual tiene una vigencia de cuatro a seis meses. Lo que ocurra después del 3 de noviembre es imposible de predecir.

P.- ¿Entonces EE.UU. es un país más maduro que España?

R.- Sí. Tienen la democracia más antigua del mundo, más de 200 años. Es un sistema político mucho más maduro que el de las democracias europeas. Habiendo dicho eso, no es ni mucho menos perfecto y hay muchísimos problemas. El país está totalmente polarizado entre republicanos y demócratas. Por primera vez en la historia se empiezan a ver fricciones que parecen imposibles de salvar y eso nos preocupa a muchísima gente, puesto que esta democracia que, hasta ahora, ha sido el modelo a seguir para occidente, por primera vez muestra señales de fatiga. Y esa polarización política, ideológica, nos invita a reflexionar sobre si está llegando al final de su recorrido o no.

P.- ¿Es posible volver a una administración que gobierne para todos los americanos con un país tan polarizado?

R.- Creo que sí y tiene mucho que ver con la figura de la persona que esté en la Casa Blanca. Si Biden fuese el nuevo presidente, llegar a un mayor consenso entre republicanos y demócratas sería mucho más viable. Porque es una persona que ha sido congresista, senador, vicepresidente y siempre se ha caracterizado por ser capaz de aunar esfuerzos y de impulsar proyectos de ley con el apoyo de ambos partidos. En medio de este contexto de crisis en EE.UU., lo que la inmensa mayoría de la gente quiere es que haya acuerdos a largo plazo entre demócratas y republicanos. Este sentimiento es extrapolable a España. La mayoría de la gente siente una cierta apatía por el proceso político y los políticos tradicionales, y lo que quiere es ver resultados.

P.- En España también estamos sufriendo la polarización política. ¿Seguimos el mismo camino que EE.UU.?

R.- Me temo que sí pero me temo que es un fenómeno mundial, lo estamos viviendo en Italia, Inglaterra, Francia, Canadá y otros países donde la polarización es extrema, donde los políticos y los partidos tradicionales intentan salvaguardar ese modelo de hacer política antiguo y que hoy en día está totalmente desfasado. Lo que hace falta es una mayor participación ciudadana, que la gente no solo vote más y vote mejor, tomando en consideración el verdadero poder que tiene, sino que se involucre más, que salga a la calle, que exija que los político tradicionales empiecen a pensar más en las próximas generaciones y no en las próximas elecciones.

P.- En EE.UU. está habiendo protestas anticonfinamiento con lemas como «Vivir libre o morir» y un aumento en la venta de armas. ¿Puede estallar hacia algún sitio peligroso?

R.- El peligro siempre está ahí y desde luego las condiciones son propicias para que pueda ocurrir cualquier cosa. Hay un porcentaje de la población norteamericana, particularmente en la América profunda y los estados del interior de EE.UU., que ve cualquier posición por parte del gobierno federal donde sus derechos se vean limitados como una amenaza directa. Pero eso refleja más bien el perfil de un porcentaje pequeño de la población y los valores norteamericanos. Sigo pensando que saldremos de esto reforzados democráticamente hablando. Estas personas están actuando de forma totalmente irresponsable y, desde luego, no impera el sentido común y la lógica.

P.- ¿Es de esperar que cambie la política de confrontación internacional de Trump a raíz de la crisis?

R.- El coronavirus pone en tela de juicio el actual orden mundial. Creo que los países, incluyendo Europa y EE.UU., van a hacer todo lo posible por depender menos de una globalización desmesurada y sin control. Veremos una vuelta a la producción nacional de ciertos productos. Y esto nos va a obligar a redefinir el concepto de la globalización y de las entidades multilaterales. Lo que pase el 3 de noviembre va a definir si volvemos a una época de aislamiento de EE.UU. de la comunidad internacional, que es por donde va el país con la administración Trump. Si sale reelegido eso se acelerará y será incluso más preocupante. Y si ganan los demócratas veremos, en una administración Biden, una mayor y más estrecha colaboración entre EE.UU. y Europa. Los demócratas siguen pensando que la fórmula más adecuada para enfrentarnos a esta crisis y las crisis que vendrán, incluso el cambio climático, es una mayor cooperación y colaboración. Son problemas de carácter global que requieren de soluciones globales. Pensar a estas alturas que Estados Unidos puede aislarse del mundo es una visión miope y poco responsable.

P.- Descríbame cómo visualiza los Estados Unidos postpandemia.

R.- para mí la clave es cómo esta pandemia va a afectar el resultado electoral. En función a lo que ocurra el 3 de noviembre el país será muy distinto al actual, para bien o para mal. Y me preocupa muchísimo el papel que podría tomar EE.UU. en una era posCOVID-19 donde se fomente el proteccionismo, el aislamiento de EE.UU. y una menor colaboración con sus aliados históricos. O que incluso EE.UU. pueda dejar de jugar un papel importante en entidades multilaterales como la ONU, el FMI o el Banco Mundial, absolutamente necesarias para la recuperación económica global. Esto es un problema que nos afecta a todos como ciudadanos del planeta.

Florentino López Castro

Florentino López Castro

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