Más allá de simpatías o afinidades, lo que me importa como ciudadano es que Telde recobre su sitio de gran ciudad en la geografía insular y autonómica. Por eso, con independencia de mi afecto personal por Mari Carmen Castellano, desde la óptica más crítica tengo que expresar que su mandato me ha parecido de lo más deficiente que ha podido tener Telde en los últimos años. Lejos de lo que expresaba públicamente, Castellano se conformaba con ser alcaldesa, estaba contentísima con ser la primera dama, lejos de los problemas de la gente, de si el municipio tenía guarderías o no, de si los servicios básicos funcionan… estaba socialmente fuera de la realidad.
Las elecciones han dibujado un nuevo mapa, variopinto en votos, que ha obligado a un pacto no exento de tensiones, amagos de abandono, reconducciones, etcétera; posturas normales, por otra parte, cuando se trata de negociar algo tan importante como el gobierno de un municipio en ruinas, en una quiebra que no importaba a nadie de los anteriores, a los que parecía dar igual tirar con pólvora ajena –y pública- para contentar a Ambrosio Jiménez, a alguna inmobiliaria, o a los dueños de los abandonados multicines.
Los equipos que encabezan Mari Carmen Hernández, Juan Francisco Artiles y Alejandro Ramos, con el apoyo de Juan Martel, tienen un buen ‘paquete’ por delante. No será fácil, tienen mucho curro a la vista, y horas de trabajo en los próximos días, meses y años para enderezar lo que algunos quebraron y luego se echaron fuera dejando el ‘marrón’ a Castellano, que se lo tragó todo, desde los aparentes desmanes de Guillermo Reyes hasta las falacias políticas de Pablo Rodríguez, al que los propios empleados de la Concejalía de Deportes llegaron a bautizar como ‘el hermano mayor de Pinocho’.
Quiero alejarme del ámbito personal, de mi trato con Artiles Carreño y Alejandro Ramos (no tengo elementos, más bien pocos, para valorar a la nueva alcaldesa), para solicitar un voto de confianza política hacia estos nuevos gestores. Telde no está en una situación fácil, y los que afrontan el compromiso público de reflotarla lo saben, pero asumen el reto y esa valentía también hay que valorarla. Puedo entender que se entre en una etapa de incertidumbre. El crédito social suele ser de cien días, pero los nuevos gobernantes han hecho gestos de arranque en los que han puesto sobre el tapete una preocupación por el sufrimiento de los que lo pasan mal; ese plan de choque de emergencia social es, sin duda, el primer punto que debían afrontar y creo que su anuncio es acertado.
Ahora tiene que venir una batería de medidas que sean satisfactorias y aporten soluciones al grueso de una población con dificultades. La confianza está dada en votos y corresponde a ellos gestionarla con eficacia, para evitar caer en desagradables repeticiones de gobiernos de desagradables recuerdos.
Antonio Sánchez, periodista / LA HOJA POPULAR CANARIA Junio 2015
