IBARRA Y MORALES: ¿AGUA Y ACEITE?

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Este jueves, el presidente del Cabildo de Gran Canaria, Antonio Morales (NC), confirmaba lo que era un secreto a voces. No habla con el cabeza de lista del PSOE a esa institución, Luis Ibarra, desde la noche electoral del 26 de mayo. Aunque ambas formaciones empataron a ocho consejeros en la Corporación insular y suman los 16 que marcan la mayoría absoluta, la falta de entendimiento entre los candidatos complica –y mucho– cerrar un nuevo pacto de gobierno entre sus formaciones. Mientras retener la Presidencia es un objetivo irrenunciable para Morales, Ibarra es partidario de enviar a NC a la oposición y sabe que cuenta con los apoyos necesarios para sacar adelante una hipotética moción de censura al nacionalista. Sin embargo, la negociación abierta por su partido para el Gobierno regional le obligan a frenarse y parecen condenar a dos candidatos que son como el agua y el aceite a un entendimiento forzado que podría estallar en cualquier momento.

Armar una mayoría de gobierno en el Cabildo grancanario es mucho más complicado de lo que parecen indicar los resultados arrojados por las urnas el pasado 26 de mayo. La lógica diría que, al igual que ocurre con el tripartido de la capital de la Isla, lo más sencillo sería reeditar el pacto entre Nueva Canarias y Partido Socialista que gobernó la institución en el mandato recién concluido. Sin embargo, la mala relación existente entre los candidatos socialistas y nacionalista convierten esta opción en una misión casi imposible. De hecho, Morales e Ibarra no hablan desde la noche electoral, cuando el segundo felicitó al primero por su victoria. Apenas 4.500 votos separaron ambas candidaturas y mientras NC perdía un consejero, el PSOE ganaba tres. Este importante avance legitima a Ibarra para intentar articular una mayoría diferente con la que desbancar a Morales de la Presidencia insular. Y en el ánimo del candidato socialista, como él mismo ha reconocido públicamente, estaría intentarlo.

Contaría para ello con apoyos suficientes. Tanto Partido Popular como la alianza de Coalición Canaria con Unidos y Ciudadanos se han mostrado contrarios a que Morales vuelva a liderar la Corporación insular. En el otro lado, el nacionalista podría contar solo con el apoyo –insuficiente– de los dos consejeros de Podemos. La opción de la moción de censura –el candidato de la lista más votada se convierte de forma automática en presidente insular– está encima de la mesa está sobre el tablero, afirmaba esta misma semana Luis Ibarra, al tiempo que reconocía que Antonio Morales no se había dirigido a él para abrir conversaciones en torno a un futuro pacto. Este, por el contrario, afirma que mantiene negociaciones con el PSOE, no con su candidato. Las diferencias entre ambos parecen, por tanto, irreconciliables. Y NC no cuenta con ningún otro apoyo en la Corporación.

Sin embargo, la dirección regional del Partido Socialista ha logrado –al menos de momento– desactivar la moción de censura. Aunque los partidos han renunciado a imponer pactos en cascada, las conexiones entre administraciones impiden que las negociaciones sean completamente independientes y, por mucho que el secretario general del PSOE y candidato a la Presidencia regional, Ángel Víctor Torres, afirme que la dirección del partido en Gran Canaria tiene total libertad para negociar en el Cabildo, lo cierto es que habría frenado la operación de Ibarra para desalojar a Morales de la Casa-Palacio de Bravo Murillo. La exigencia de NC de mantener esa Corporación, junto con ayuntamientos como Telde o Santa Lucía para apoyar el gobierno de progreso que pretende Torres impiden a Ibarra actuar con libertad. Al menos de momento.

El candidato insular socialista, en cambio duda de que los nacionalistas se comporten con lealtad en un pacto con el PSOE –»cuando trabajas con NC siempre hay una deslealtad; cuando uno se sienta con NC tiene que exigirles lealtad desde el minuto uno», aseguraba esta misma semana en Onda Cero– y defiende que su actitud es compartida por muchos de los socialistas grancanarios, que disienten de la opinión del secretario general de que ese pacto es el más lógico. «El sentir mayoritario de una parte del PSOE es que tampoco podemos seguir coaligándonos a NC», sostenía Ibarra en esa misma intervención, en la que recordaba que la actitud de los nacionalistas hace «muy complicados» los acuerdos con esta formación en municipios como Artenara, Teror, Telde o Santa Lucía. Precisamente estos últimos son dos bastiones que la formación nacionalista podría perder en los próximos días.

A pesar de las llamadas de Torres a mantener a Morales al frente del Cabildo, Ibarra no se resigna a dejar escapar la oportunidad de enviarlo a la oposición y continúa manteniendo una actitud beligerante con el dirigente de NC, tal y como hizo durante la campaña electoral, y plantea sus líneas rojas a la formación nacionalista. Entre ellas, destaca abortar la operación para comprar varias fincas en el macizo de Amurga –algunas de las cuales pertenecen a personas ligadas al presidente de NC, Román Rodríguez–, que la anterior Corporación intentó formalizar en los últimos meses del pasado mandato o encargar una auditoría exhaustiva de las cuentas del Club Baloncesto Gran Canaria, que previsiblemente cerrará la temporada con un desfase de casi cuatro millones de euros –su presupuesto inicial era de 10,5 millones, pero se ha disparado hasta superar los 14– y se ha visto envuelto en las últimas semanas en una polémica tras desvelarse –y frustrarse– un intento de privatización encubierta de parte del capital social del mismo.

De hecho, la complicada situación del CB Gran Canaria, cuyas acciones pertenecen a la Corporación insular a través de la Fundación Canaria del Deporte, se va a convertir en una de las ‘papas calientes’ más preocupantes para el próximo grupo de gobierno insular. A sus actuales problemas presupuestarios se sumará en breve la pérdida de unos ingresos de 600.000 euros anuales, tras comunicar Herbalife su intención de resolver anticipadamente el contrato de patrocinio que le ligaba al club hasta 2021. Luis Ibarra, que fue consejero insular de Hacienda, entre 2007 y 2011, bajo la presidencia de José Miguel Pérez, conoce perfectamente tanto el funcionamiento del equipo de baloncesto como el de toda la Corporación, y, precisamente, ha puesto como otra de sus líneas rojas la gestión de la Consejería de Hacienda.

Según las tesis del candidato socialista en los últimos cuatro años –en los que este departamento ha estado en manos de los nacionalistas– la Corporación insular ha premiado a los municipios afines a NC –y a pesar de ello ha cosechado unos decepcionantes resultados en las pasadas elecciones municipales–. Una situación que, considera, debe cambiar ya que hay que gestionar para todos, no solo para los que hayan votado a la opción política de quien administra los fondos públicos. Un sesgo en las políticas insulares que ya fue denunciado en el pasado mandato por numerosos alcaldes grancanarios, entre los que se encontraba el de San Bartolomé de Tirajana, Marco Aurelio Pérez, ahora líder del PP en la Corporación insular y cuya mala relación con Antonio Morales es notoria.

Por ello, Pérez, que posee seis consejeros en el Cabildo y cierto grado de autonomía, ya que no es militante del PP –su formación, Agrupación de Vecinos, posee un acuerdo con los populares similar al de Roque Aguayro, la formación de Morales, con NC–, vería con buenos ojos una alianza con Ibarra para desbancar al actual presidente. PSOE y PP suman 14 actas, por lo que bastaría con contar con el apoyo de los tres consejeros de Bravo de Laguna (Unidos-CC) o los dos de Ciudadanos para amarrar la mayoría absoluta. Solo la firma del pacto de progreso de Ángel Víctor Torres o una adhesión in extremis de Román Rodríguez al pacto que pretende liderar Fernando Clavijo podrían evitar la caída de Nueva Canarias. Y, en ninguno de esos dos casos la salvación estaría garantizada.

Una ramificación de un hipotético pacto regional PSOE-NC en el Cabildo de Gran Canaria garantizaría la presidencia a Morales, siempre que Ibarra acatara esas directrices y decidiera formar gobierno con los nacionalistas. Un escenario que dibujaría un mandato complicado, dadas las malas relaciones entre ambos políticos y las dudas del socialista hacia la lealtad con la que los nacionalistas actuarían en ese pacto. De hecho, no es descartable que, obligado a pactar decidiera abandonar la Corporación. O que decida desoír a la dirección regional del partido –en principio cuenta con el apoyo de la insular– y siga adelante con la moción de censura. Si se frustra el acuerdo regional con el PSOE, la posible unión de los de Román Rodríguez a la opción encabezada por Fernando Clavijo podría garantizar a Morales el apoyo de los tres consejeros de la alianza Unidos-CC, pero no el de los seis que suman PP y Ciudadanos. Justo los que necesitaría Ibarra para enviar a un Antonio Morales sin apoyos a la oposición insular.

Canariasenhora.com (Ruymán J. Jiménez)


Florentino López Castro

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