Humedades en fachadas de viviendas en alquiler de Visocan en El Caracol

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Humedades en fachadas, en espacios comunes y en algunas de las casas. Ese es el día a día con el que conviven los vecinos de varios bloques de viviendas en alquiler de Visocan en El Caracol. Llevan años reclamando arreglos a la empresa del Gobierno canario, pero dicen que nadie les hace caso y que los han «abandonado».  

Son 130 casas, divididas en ocho portales, entre la calle Roque Aguayro y Roque Nublo. Los residentes tienen que pagar rigurosamente el alquiler que puede llegar hasta 300 euros, pero no reciben las mismas prestaciones de cualquier inquilino de un edificio privado. Muchos de ellos estrenaron hace unos 18 años los inmuebles y los problemas empezaron a aparecer a los pocos meses. Aseguran que se debe a la mala calidad de los materiales que usaron para su construcción.

Las humedades sobresalen en los espacios comunes de casi todos los bloques, en mayor o en menor medida. Sólo algunos la sufren en el interior de su casa, pero quien la padece, como es el caso de Antonio Roque, ya no sabe que más hacer. Él mismo se encarga de arreglar los desperfectos y volver a pintar, pero seis meses después es como si no hubiera hecho nada. Lo peor es que sus hijos son alérgicos, y el más pequeño tiene asma por vivir en esas condiciones.

Una de las residentes recuerda que Visocan pintó el exterior de las viviendas una vez en casi dos décadas, pero pese a que los técnicos vienen cuando hay denuncias, les terminan diciendo que abran las ventanas para que corra el aire, explican. No le dan ninguna solución, aunque debería ser obligación de la empresa pública acometer reformas al ser los propietarios.

Los peligros a veces son mayores. A varios inquilinos se les han caído los alféizar de las ventanas y uno de los plafones se ha incendiado por el mal estado de la conexión. Su mayor temor es la humedad que aparece encima de los cuadros de luz. Les preocupa un día quedarse sin electricidad o que ocurra una tragedia. Hay residentes que hasta se les despegan los azulejos del baño y la cocina, o se caen trozos de pared al clavar un clavo. Los problemas llegan incluso hasta el garaje. Aún tiene barro tras la tromba de agua de octubre y hay vecinos que pagan por plazas en las que no cabe un vehículo.

Canarias7

Florentino López Castro

Florentino López Castro

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