Teodoro Sosa ya no es solo un nombre en la política grancanaria. Es, a día de hoy, el ingeniero de un proyecto político que comienza a levantar cimientos sólidos en un escenario regional marcado por la fragmentación, la desafección ciudadana y el agotamiento de siglas tradicionales. Lo que está diseñando no es un simple partido ni una plataforma testimonial. Es un movimiento con vocación de mayoría, que ha entendido que la política solo vuelve a ser útil cuando se hace desde abajo hacia arriba: desde los municipios hacia Canarias.
En su reciente entrevista en La tarde de esRadio Las Palmas, Teodoro Sosa dejó claro el plano de esta nueva etapa: un proyecto con buenos cimientos, mezcla de gestión, cercanía y experiencia, donde el cemento que lo aglutina todo será el municipalismo. Porque cuando la política regional se vuelve abstracta, cuando el Parlamento parece hablar un idioma ajeno, el ciudadano necesita referentes que caminen por su calle, no por los pasillos de la burocracia.
Y en ese plano general, Gran Canaria será el epicentro del cambio, con especial atención a un municipio clave: Telde. No es casualidad que ya se sitúe al actual alcalde, Juan Antonio Peña, como uno de los valedores principales de este proyecto, ya sea con CIUCA, con la marca “Cívica” o bajo un nuevo envoltorio político adaptado a la nueva realidad. Junto a Peña, otros alcaldes ya han dado el paso con claridad, uniéndose a la visión que impulsa Teodoro Sosa. Y hay muchos otros que, más pronto que tarde, también se sumarán. La maquinaria municipalista ya está en marcha, y su extensión es imparable.
Este nuevo movimiento tiene varios elementos que lo hacen especialmente relevante:
Es una respuesta a la crisis de representación: Muchos ciudadanos sienten que los partidos ya no les representan, que votan y luego se olvidan de ellos. El proyecto de Sosa apuesta por lo contrario: por devolver la confianza, hablando de lo local, gestionando lo concreto, resolviendo lo inmediato.
Mientras algunos partidos se encogen o se diluyen entre pactos sin alma, Teodoro ha visto un espacio político claro entre quienes quieren gestionar con eficacia sin caer en los extremos. Su apuesta es moderna en las formas y clásica en el fondo: servir al vecino.
Este movimiento puede convertirse en un refugio para cargos públicos y votantes que ya no se sienten cómodos ni en Nueva Canarias, ni en el Partido Popular, ni en el Partido Socialista. Ambos —PP y PSOE— han demostrado en los últimos años que, cuando pisan suelo canario, a menudo lo hacen más por protocolo que por convicción. Sus estructuras locales se han ido alejando de la realidad vecinal, quedando atrapadas en dinámicas nacionales que no resuelven los problemas de barrio.
Pero además de levantar una base sólida en lo municipal y lo insular, el proyecto de Teodoro Sosa no es ajeno al mapa nacional. Una futura alianza electoral estratégica en el Congreso de los Diputados con Coalición Canaria —formando un grupo parlamentario canario fuerte, cohesionado y centrado en las prioridades del Archipiélago— podría tener un efecto multiplicador. No se trata solo de sumar escaños, sino de convertir a Canarias en un actor decisivo en la política estatal, capaz de negociar desde la autonomía, de condicionar agendas y de poner las necesidades canarias donde muchas veces se olvidan: en el centro del debate nacional.
Sosa no improvisa. Mide tiempos, calibra lealtades, escucha antes de actuar. Y por eso, mientras otros hablan de bloques, él habla de equipo, de estructura, de modelo. Y lo hace desde una posición ganada con años de gestión solvente en Gáldar y presencia estratégica en el Cabildo.
Habrá que estar atentos, porque si el municipalismo es el camino, este proyecto podría convertirse en la columna vertebral de una nueva mayoría política en Canarias. Y cuando eso ocurre, los equilibrios regionales se mueven, los pactos se alteran y los partidos tradicionales —especialmente aquellos que aún se creen fuertes por inercia, como el Partido Popular y el Partido Socialista— comienzan a mirar nerviosos por el retrovisor.
Teodoro Sosa no solo está proyectando una nueva fuerza. Está redibujando el espacio político de Gran Canaria con la precisión de un ingeniero y la constancia de un obrero que sabe que las grandes obras no se improvisan: se diseñan, se calculan y se levantan ladrillo a ladrillo, voto a voto, barrio a barrio. Y si ese edificio conecta también con Madrid a través de un grupo parlamentario canario fuerte, los frutos para el Archipiélago podrían ser tan importantes como necesarios.
Juan Santana, periodista y locutor de radio