«¿Eres feliz con el éxito de los demás? Un experiencia»

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Hace unas semanas impartí un curso para formar a técnicos en gimnasia bioenergética. La bioenergética consiste básicamente y escapando a conceptos técnicos en hacer que la energía vital que todos los seres tenemos viaje de forma armónica, simétrica y cualitativa por el cuerpo.

Para ello hay muchas técnicas, unas que desbloquea la energía estancada por las emociones más básicas reprimidas y otras que se dedican a organizar el cuerpo biomecanicamente mediante el pivote adecuado de los campos energéticos propios de cada ser humano.

Durante las prácticas desarrollamos varias técnicas. Al pedirles a los participantes que recrearan una serie de emociones. Por ejemplo, sentir dolor, sentir enfado y rabia, sentirse un bebé, etc… los participantes poco a poco lo hicieron de forma libre, sin represión y en un entorno seguro (para ello es muy importante en primera instancia hacerlo cada uno en su espacio frente a la pared, no teniendo a ninguna otra persona en frente de ellos).

Al final de las prácticas, les pedí que agarraran una toalla y de pie la colocaran en frente de ellos y tomándola con suavidad y gentiliza les dijeran cosas hermosas, que imaginaran a un ser que amasen y les hablara sin temor.

Lo interesante de esta experiencia fue, exactamente, lo difícil y si no casi imposible que resultó hacerlo. Al principio hubo un silencio. Cuando los animé a seguir intentándolo, empezó a escucharse un rumor y quizás al final algunos fueron capaces de decir alguna cosa, pero de forma muy tímida.

Esto nos enseña la dificultad que tenemos para decir cosas hermosas a los a los demás y de los demás, de resaltar sus cosas positivas y ser amorosos sin represión. Podría parecer un acto de cobardía y debilidad.

Hay que romper los límites a los que nos sometemos y que además permitimos nos sometan y en lugar de mostrar sólo nuestro enojo, enfado, ira, tristeza, también ser capaz de resaltar y decir las cosas maravillosas que otros seres tienen, resaltar sus habilidades, sus dulzuras, su carácter sin miedo alguno y con mucha valentía.

En entonces que quizás empecemos a ser felices con el éxito de los demás, con el bienestar de los demás, con la sonrisa de los demás, con la alegría de los demás y por arte de magia, con esta alegría contagiada empezará a irnos a nosotros fantásticamente bien, llenando nuestra vida con bienestar, éxito, alegrías y mucha magia.

Respiremos vitalidad.

Pedro Fleitas González

Florentino López Castro

Florentino López Castro

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