«En qué trabajar»

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La economía dominante tiene como finalidad principal servir al enriquecimiento irresponsable y privado, de ahí, su incapacidad manifiesta para generar condiciones de vida digna al conjunto de las poblaciones y la evidente insostenibilidad ecológica de sus prácticas. Por eso, los más ricos, que encarnan el 1 % de la población mundial, están llegando a acaparar casi la mitad de la riqueza internacional -sin ningún mérito, justificación o eficiencia social que lo explique-, mientras el 99 % de los seres humanos malviven en condiciones de vida, cada vez, más indignas, incluida, la  más miserable indigencia. Y de espaldas a los dos retos más peligrosos del tiempo presente: el colapso medioambiental planetario que representa el Cambio Climático y el riesgo de extinción masiva que supone el armamento nuclear y el belicismo que lo espolea.

Se impone, por tanto, invertir las tendencias y las finalidades económicas con toda urgencia. Si pretendemos evitar los mayores males, la estabilización demográfica de la humanidad y el reequilibrio de nuestra especie con la ecosfera, deberán ir de la mano de volver las acciones comunitarias e institucionales hacia el cuidado de las personas y la responsabilidad ecológica. Las líneas rojas, que no se pueden traspasar, estás más claras que nunca: no se puede permitir ninguna actividad que provoque exclusión social o económica entre los seres humanos o que ponga en riesgo la pervivencia de la especie. No hay más opciones –desde las éticas democráticas y desde las certidumbres científicas- que la solidaridad y la sostenibilidad.

En atención a estos valores, cuidando de no renunciar a la variedad de las iniciativas y al pluralismo de las motivaciones -tan característicos de nuestro complejo y versátil modo de ser-, lo primero es la economía centrada en el bien común. Éste pasa por la participación generalizada en universalizar las condiciones materiales y sociales de vida digna y por la desactivación de todas las industrias que, en sus finalidades o en sus prácticas, lo comprometen. Y por no vulnerar las condiciones ecológicas de supervivencia -que es el modo de ser solidarios con las generaciones venideras-, por concienciarnos de que la naturaleza en que estamos insertos es, además de nuestro más importante almacén y nuestro mejor sumidero, nuestro insustituible nido. Y, cuidando lo necesario y protegiendo lo importante, nos abocaremos a la emancipación, personal y comunitariamente, abriendo nuestras actividades y nuestras interacciones a la creatividad, a la eficiencia, a la belleza…, por fin, al gusto por vivir y estar vivos.

Desde luego, mientras se van perfilando las transiciones hacia los modelos humanitarios y ecologistas, dado el nivel de sofisticación de nuestra civilización presente y el alcance sistémico de la crisis, su transformación continuará requiriendo de nuestros esfuerzos en los empleos “productivos”, eso sí, ahora centrados en el valor y la dignidad del trabajo y en los fines sociales de las actividades; en los trabajos del confort doméstico y del cuidado de dependientes, facilitados, por siempre y al máximo posible, con servicios y recursos públicos; y en las actividades de apoyo comunitario y asistencia ambiental, retribuidas, públicamente. En esos términos, todo trabajo originará bienes y servicios de valor que deberán ser reconocidos con equidad.

Y de las actividades económicas sin fines sociales y con el mero interés de lucrarse ¿qué? Pues esas seguirán teniendo su espacio, pues responden, también, a motivaciones arbitrarias y egoístas, muy humanas. Pero lejos -muy lejos, de su posición contemporánea- de cualquier ámbito que les permita concentrar poder de control sobre las administraciones públicas y los intereses generales. Ni la economía, ni la propiedad, ni el mercado son propios o exclusivos del capitalismo, ni dependen de él para, en sus aspectos positivos, servir a las comunidades. ¡Que no se nos olvide!

 (*) Xavier Aparici Gisbert, filósofo y emprendedor social http://bienvenidosapantopia.blogspot.com

Florentino López Castro

Florentino López Castro

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