«El dictador a un reloj pegado»

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Últimamente estoy sintiendo, como que da lo mismo, Juan Pedro, que Pedro Juan. Ya le saqué las asaduras a quien representa al PSOE en Telde, lo mismo hice con el “nuevo asesor” de los “nuevos canallas”, si, esos que se envuelven en la bandera de un grupo terrorista, manchada de sangre inocente. Hoy le toca a uno, que “voy a rajar como una caballa”, literal que ha puesto de moda su estimada esposa. Yo descifraré ese antónimo.

No hay nada peor, que un nuevo rico, si esa riqueza ha sido obtenida saqueando al pueblo. Los detalles son para mear y quedar seco. Han puesto de moda «EL RELOJ», cuanto mas caro mejor y si además es mas grande de lo normal, mucho mejor. El de la imagen supera los 12.000 euros, que han pagado ustedes solitos, para que el  Scarface, o Alcapone teldense, sepa en que minuto y segundo, desprecia a éste pueblo.

Y la verdad, es que la cuestión está bien planteada. Esto es como poner el carro delante de los bueyes. Es posible, que en Telde existan esas personas, que tengan «semilla», pero las condiciones para que germine no son las óptimas. Basta con asomarse a la calle, meterse en un transporte público, ir a un supermercado, o simplemente asistir a un pleno municipal. La sociedad teldense es, en términos generales, de pésima, cuando no de ínfima calidad.

Décadas de sistemas escolares analfabetizantes, el curriculum del pollo está a la vista, de degradación de los valores y la moral, de baja politiquería con demostración pública, de destrucción de las bases de una vida municipal sana, etc.…, han llevado a la catastrófica situación actual. ¿Qué cultura, qué moral, qué espíritu habita en la generalidad de los teldenses? ¿Podemos hablar todavía de una sociedad teldense en las condiciones actuales, de dispersión, de balcanización y enfrentamiento? ¿Y de esa materia prima atomizada y alienada puede salir una Marine Le Pen, un Putin, un Trump?.

No sé si cabe hacerse ilusiones razonables sobre un posible cambio en los tiempos futuros. El pesimismo se impone. Decía un hombre sabio (aunque sólo lo fuera por la sentencia siguiente): «A menudo he visto malos volverse buenos, pero nunca he visto a un tonto volverse inteligente». El pueblo teldense es más tonto que malo y por ello mismo, ofrece pocas perspectivas de cambio.

El mediocre ha avanzado en la mentira, el abuso de poder, el egoísmo, la avaricia, la corrupción en todas sus facetas y un manto de impunidad que cubre su poder y le preserva del castigo. El mediocre se agrupa en esas manadas llamadas «partidos políticos» porque sabe que separado no puede lograr nada y que ni siquiera lograría destacar en una sociedad libre y competitiva. Pero sabe que agrupado es invencible y que la mediocridad asociada supera a cualquier ser superior, por muy dotado de inteligencia, valor, decencia y generosidad que esté.

En la política han dejado de destacar los más fuertes, inteligentes y mejor dotados. Es más, los mejores huyen de los partidos como almas en pena, quizás porque sienten asco. Los antiguos elegían como reyes a los mejores y el pueblo les exigían mucho. Los primeros pueblos civilizados fabricaban incluso alimentos especiales para sus reyes, para que vivieran más y se parecieran a los dioses. Aquellos reyes, fuertes y virtuosos, cuidaban de los suyos y se sentían responsables de su felicidad. Sus deberes eran tan notables como sus derechos y privilegios, hasta el punto de que los pueblos, si se sentían frustrados o traicionados por alguno de aquellos reyes elegidos, los destronaba y hasta los ejecutaba sin piedad.

Los nuevos políticos mediocres han cambiado la esencia de la política y del liderazgo. Para ellos, lo importante no es gobernar sino controlar el poder. Si se tiene el poder, creen que el gobernar es secundario porque los gobernados lo soportan todo y ellos se sienten protegidos detrás de sus privilegios y de sus policías, servicios de chivatearías, periodistas sometidos y asesores domesticados.

Si los imbéciles volaran el cielo de Telde,estaría negro.Yo pediría cambiar el nombre de Telde por Figlosondia del Ajete, para «eliminar los vínculos» con los verdaderos teldenses. Señores «politicos asaltadores de caminos», a pesar de blanquearse la cara Michael Jackson siguió siendo una persona de raza negra. Más nos vale aceptar lo que somos y dónde estamos que vivir falsas realidades creadas con historia de plástico y celofán.

Nadie habla de ello, pero la gran revolución moderna, junto con la Revolución Industrial, ha sido la Revolución de los Mediocres, una gigantesca confabulación de gente sin grandeza ni méritos que ha tomado el poder y ha convertido Telde, en un basurero.

Doramas

Florentino López Castro

Florentino López Castro

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