CRÓNICAS, POR PEDRO FLEITAS: «UNA ALFOMBRA DE HOJAS OTOÑALES»

Comparte esto:

El otoño en Japón es hermoso, tan lleno de variedad de colores que la belleza de las hojas caídas y los árboles “rojos” invitan a una obvia respiración profunda. 

Visité el país en agosto, en un verano que alumbraba cada espacio oculto y lustraba lo pasado con el ardor del sol. Una belleza propia de una estación ajustada para absorber la claridad del amanecer al ritmo de cada paso. 

Ahora en otoño, esa semioscuridad perfilada con una semiclaridad, un término medio que hace brotar el deseo de respirar la conciencia de vivir cada segundo tal y como y para lo que hemos nacido. 

El otoño es un imán para “las añoranzas”. Un amanecer más tardío y frío aderezado con gotas sobrias brindadas desde el cielo. Que otoño más hermoso! 

Es muy posible que si la gran mayoría de los lectores de estas líneas abreviadas ya me hayan leído anteriormente  seguramente ya conocen mi estilo de escritura, es decir “un no estilo conceptual”, “un estilo que abandona las descripciones transparentes invitando al lector a imaginar, soñar y viajar libremente”. 

Este “no estilo” o lo que sería “sin forma, la no forma” lo he heredado de mi Maestro, Hatsumi Sensei. Un gran regalo.  

Una expresión basada en la elocuencia individualizada y que hace brotar el aspecto más íntimo sin blindaje del temor. 

Este viaje ha sido un viaje de otoño lleno de simbologías convertidas en olores que despiertan los más profundas vivencias pasadas en aquel país. 

Un viaje para embriagarse de la verdadera amistad de años que se construyeron en la cocina del tatami bajo la tutela del Maestro de la Paz a través de acciones muchas veces incomprendidas. De ahí las maravillosas directrices que hemos recibidos y recibimos de quien “con su cabello morado” nos recibe con el alma. 

Ha sido ese viaje que ha quebrado “el orden que cada cual había establecido como un esquema de vida”. Descubrí lo que ya muchos descubrieron por si mismos anteriormente.  

Descubrí que el olor, un abrazo, un momento es suficiente para reafirmar que el amor está por encima de todo y que sin él, la vida toma un “sin sentido insano”. 

El olor y las hojas atrincheradas en el suelo. El olor de la presencia sin estar aún estando y el caminar disciplinado como un potente proceso de sanación cada día entre las 4,30 y las 5,00 de la mañana. 

Sanar es higiene humana.  

Desembalé mi equipaje y coloqué los tesoros íntimos sobre la mesa que sostiene lo importante y ya mi casa está impregnada del olor de lo que fue, es y será.  

Feliz de encontrar aquel camino, sus gentes, los olores que fueron objetos de miradas dispersas en el pasado y que ahora invita al desafío del recuerdo y de la memoria. 

Cuando un maestro deja de serlo para convertirse en un padre es un día propicio y lleno de virtud. Es el resultado de infinitas batallas conjuntas y de múltiples visiones perseverantes. 

Este tipo de ideas que parece no tener un sentido claro es el secreto que todo ser humano guarda incluso si no lo sabe. Algo que se guarda, no necesariamente debe ser algo que es comprendido y a veces ni siquiera apreciado. 

Mi Maestro está feliz y está maravillosamente bien a sus 91 años y además “ahora” está rodeado de un “pequeño y valiente” grupo de personas amorosas que lo cuidan sin intereses ocultos y llenos de absurdez. 

Esos compañeros de viaje que hacen esfuerzos sin esperar nada a cambio. Quizás esa sea la situación y la ecuación que da el resultado apropiado sin esperarlo y se presenta como un regalo inesperado. 

Fue maravilloso poder caminar con Migue, un ser humano completo con el cual ya empezamos este proyecto en agosto, con Guillermo y Ana, seres amorosos y resolutivos (mis amigos) y con Sergio, este muchacho que empezó a entrenar conmigo a los 4 años y hoy con sus 36 años y con casi 15 viajes a Japón para formarse se ha convertido en un maestro inmerso en el arte, en las artes.  

Y con Arsenio, un verdadero hermano. Siempre dispuesto y agradable, educado y respetuoso. 

Que maravilloso poder reencontrarme una vez más con Hiromi, Rob, Robbie, Yabunaka, Masako, Niigata, Hiroko, Kenji y muchos más nuevos amigos. Me siento bendecido. 

Finalmente sanar es un acto responsable de higiene humana que convierte lo que perturba en aire digno y respirable para todos. Posiblemente ahí está el aspecto más sobresaliente, poder convertir lo que a simple vista se considera  algo nefasto en algo maravillosamente luminoso. 

Momentos maravillosos están por llegar. Hay que entrenar para estar preparados para apreciarlos y no dejar que desaparezcan como humo sin retorno. Es el premio que te da el entrenamiento constante edificado bajo la presencia guiada adecuada.  

Termino agradeciendo a mi familia por su apoyo constante, a mis alumnos que se mantienen en el camino ayudando a otros a hacer lo mismo mientras yo no estoy presente y al potente y amable equipo de trabajo que me rodea.

Pedro Fleitas González

Florentino López Castro

Florentino López Castro

Deja un comentario