Es de las pocas de la costa de Telde con arena dorada y también una de las más pequeñas, con tan solo 140m de longitud. Su “escondida” ubicación la convierte en una playa con un nivel de visitas no muy alto normalmente.
La orientación de la playa hace que aquí azote el viento con frecuencia y que tenga mucha corriente por lo que puedes encontrarte con la bandera roja izada. En esta bonita playa el único servicio que encontrarás es el de un salvavidas (no socorrista) y el de la bandera que nos recuerda la peligrosidad de las aguas y el acceso o no a ellas.
Por cierto, es muy importante que sepas que no cuenta con aseos, ni restaurantes, ni duchas. Por lo que si apetece pasar el día tráete algo de comer. Te darás cuenta que hay familias que deciden llevar sus mascotas, pero es bueno recordar que hay un cartel que entre otras prohibiciones está la de nuestros queridos perros. Para llegar encontrarás fácil aparcamiento en la parte alta de la playa. Eso si tendrás que bajar con cuidado una ladera que transcurre por un sendero (cuidado que puedes darte un buen “culazo”) y recuerda es impracticable para personas con movilidad reducida.
Para llegar en coche desde la pista tienes que tomar la salida de El Goro y una vez en este barrio, buscar el cartel que indica Tufia. Por cierto, Tufia es otra idílica playa que te encontrarás muy cerca y de la que otro día hablaremos. Bueno ahora solo te toca disfrutar de este rincón salvaje perdido en Gran Canaria.
Isaías Santana, reportero / ONDA GUANCHE
