Conmoción en Las Remudas por la muerte del joven Cristo

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El barrio de Las Remudas amaneció este martes desolado con la tragedia que tuvo lugar el lunes por la noche. A nadie le cabe en la cabeza que Miguel Cabrera, conocido como el Zarcillo, haya sido capaz, presuntamente, de matar a su propio hijo. El vecindario sólo tiene buenas palabras para Cristo.

La autopsia del joven de 34 años, realizada en la mañana de este martes en el Instituto de Medicina Legal, confirma lo que parecía ya evidente. Una puñalada en el corazón que entró por el tórax, mortal de necesidad, acabó con la vida de Cristo Cabrera, al que sus amigos llamaban chiquitolín. El cuerpo presentaba otras heridas, pero ninguna de gravedad.

Una nueva tragedia en este polígono cayó como un jarro de agua de fría, no sólo por tener que cargar otra vez con el sambenito de zona conflictiva, sino porque tanto el padre como el hijo llevaban más de 30 años viviendo en estas casas, desde que se construyeron. Todo el mundo los conocía y el joven se crió en el lugar junto a otros tantos jóvenes que están consternados.

Nadie es capaz de entender qué pudo suceder en el inmueble para que terminara una discusión con estas consecuencias tan trágicas. Al parecer, el altercado familiar tuvo lugar por motivos económicos y según ha trascendido, los efectivos policiales encontraron el cuerpo en el cuarto de lavado y el arma sobre la lavadora, sin que el supuesto agresor hiciera nada por esconderla.

Isaac Santana, amigo del padre y del hijo, asegura que ambos se llevaban bien y que se defendían y daban la cara el uno por el otro cuando era necesario. Eso sí, tenían sus diferencias como cualquiera. Los vecinos mostraban incrédulos las fotos de Miguel, que el fin de semana había estado de acampada y asadero en la zona de la playa conocida como de Los Palos, en La Garita. Explicaron que llevaba alrededor de dos o tres semanas sin probar una gota de alcohol.

Relatan también que, conociendo al hombre, cuando sea consciente de lo que ha hecho podría llegar a intentar acabar con su vida en prisión. Santana miraba ayer sin creérselo los mensajes de wasap que Cristo le había enviado el lunes poco después del mediodía.

dolidos. La mayor parte de residentes se muestran dolidos por el hecho de que se vuelva a hablar de la mala fama del barrio, cuando es un lugar tranquilo, en el que se puede vivir como en cualquier otro lugar, dicen. No esconden que haya droga, pero igual que en otros municipios. Ni mejor, ni peor. Pocos quieren reconocer abiertamente que el padre, que comentan que era legionario, vendía sustancias estupefacientes; lo que sí les extrañaba que lo hiciera Cristo. Se niegan a sacar los trapos sucios de la familia. Eso forma parte del pasado, insisten.

El hombre tenía antecedentes penales y había estado en la cárcel. Pero Cristo era «buena gente» y deportista. La falta de trabajo y los problemas económicos le podrían haber llevado a trapichear también.

Algunos vecinos expresan su malestar por el hecho de que las autoridades y la policía miren para otro lado cuando es evidente que en este lugar se vende droga. No descartan incluso promover algún tipo de protesta para reclamar que se acabe de una vez con esta lacra en el barrio.

(*) Fuente: Canarias7

Florentino López Castro

Florentino López Castro

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