La rebeldía mecánica de quien no sabe vivir en paz es tan cruenta como irreversible. Seres que dan significado a su tiempo en disfrutar en intentar socavar y nublar la felicidad de otras personas, vampiros a los que la sangre les repele, pero les encanta nutrirse de la energía. No es necesario que hablen, sus gestos, sus rostros, su movimiento corporal son herramientas que usan exagerada e inconscientemente.
Mutilados por educaciones familiares narcisistas, en las que solo existe en lo más profundo y turbio el YO y Yo y nada más que yo. Intentan ocultarlos con disfraces incoherentes de una serena falta de autoestima y confianza que prefieren prender fuego a la aldea completa para asegurarse que su narcicismo no pueda ser apreciado.
Juegan a un fenómeno, difícilmente, llevadero por más tiempo que el propio manifestado por ellos mismos. Alejan y no acercan, encarcelan y no liberan. Siempre quieren más y más y más, no importa como conseguirlo y de quien conseguirlo.
No me considero una persona virtuosa, tampoco excesivamente estudioso, soy un ignorante comprometido y mi sentido común escaso en muchas ocasiones, aunque si considero que los guías que he tenido me han mostrado el camino para poder expresarme con confianza y usando el “feeling” (sentimiento) para ello.
Tampoco puedo asegurar que no pertenezca a este prototipo de grupo de personas al que mencioné anteriormente.
Toda esta invención proviene del mismo momento en la que se crea y que luego desaparece. Hay mucho humo y como dijo alguien a quien aprecio mucho: “si no tienen no pueden dar, es simple”.
¡Así es! Hay que llenarse de cosas positivas allá adentro, esforzarse para que ello sea una realidad y alejarse de la inacción como sistema de vida. Si tienes puedes dar, en caso contrario la idea está obsoleta y obviamente no tendrá sentido.
Para llenar el interior de estas cualidades y que fecunden hay que inundarse de valor. Son buenas, diríamos que muy buenas, aunque si es cierto que el enfrentamiento constante entre el tú y al yo hace que la presencia de crear espacios fecundos se comprometa seriamente.
Algo fecundo es algo que produce, que tiene vida que genera, que libera.
Lo otro es gélido y aleja, también puede ser ardiente y alejar también. El hecho es que aleja más que une.
Me gusta mucho esa frase del Maestro Itto Ittosai: “ni un tonto se rasca una pierna si le pica la cabeza”.
Así que amigos, está última frase lo resume todo.
¡Tranquilo! Ni siquiera yo mismo entendí lo que escribí y eso me hace libre de poder filosofar con estrofas subjetivas abstractas para dibujar un mal actual; la falta de acción, la queja continua, la desidia diabólica, la justificación en la culpabilidad de los demás del reconocimiento de nuestra propia incapacidad. Es decir, nuestra capacidad de ser honesto y ser sinceros con nosotros mismos. Con lo corta que es la vida y con todo lo que se puede hacer para ser y estar felices…
Pedro Fleitas González