«Cáncer, ese maldito bicho»

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El pasado jueves me confirmaron lo que ya barruntaba mi cabeza. “Mire usted mismo el tumor, está bastante crecido, hay que intervenir con cirugía”. Aquí empieza mi cabeza a poner en orden todos mis temas. Llamada telefónica a mi mujer, que esperaba desesperada alguna noticia, para decirle: “Tranquila cariño, es un tumor y hay que operar, es parte de la vida”. Ella reaccionó con el nerviosismo natural para estos casos: “Vente para casa directo”.

Inmediatamente llamada de mi hija a quien le informo de que el “bicho” está dentro. Luego telefonear a las compañeras que se desplazan al trabajo conmigo y a la que le tengo que entregar las llaves del almacén del material. Una vez puesto al día los asuntos más urgentes, llega la reflexión en casa, hasta la llegada de mis hijos, que tras recibir la noticia salieron de sus trabajos para verme, entre todo se van produciendo las reuniones con mi mujer en las habitaciones para que no les escuche, no me importa mi cabeza va en otra dirección. 

He sido uno de los que lucharon por sacar a Baltar de la Consejería de Sanidad, entendía que la Sanidad Canaria no podía ser el negocio de los grandes lobbys sanitarios privados. Dos años después observo y compruebo que el Consejero de Sanidad rescata a Conrado Domínguez, el gurú de Baltar, que tras dos años del “Pacto de las Flores”, si no eres afectado por el COVID 19 no recibes atención sanitaria por el resto de dolencias. Mi doctora de cabecera me dijo que me hiciera las pruebas en la privada.

Los hospitales públicos tienen todo reservado para COVID 19, por lo que el resto de intervenciones se hacen eternas, muchas veces ya es tarde y la metástasis es irreversible, las altas son muy rápidas, te mandan a casa para que te cure tu familia, o el enfermero que va asustado y ni te atiende, por todo ello los ASESINATOS de la Sanidad Pública se están produciendo por SEPTICEMIA. 

Mientras padecemos todo esto, siguen algunos y algunas negándose a vacunar atendiendo a su libre albedrío, la mayoría, teletrabajadores de la pública o personas con contacto directo social. Los perros TIENEN la obligación de tener la cartilla de vacunación, mientras estas personas se niegan a ponerse su dosis pero EXIGEN mantener sus trabajos, ayudas sociales e incluso prioridad a ser atendidos en sistema sanitarios, dejando al resto de enfermos en el más absoluto abandono.

Mi razonamiento es muy sencillo, si no crees en las farmacéuticas y por ello no te vacunas, tampoco crees en las atenciones de la Sanidad Pública basada en la farmacología de estas farmacéuticas, por ende te deben sacar del Sistema Público Sanitario y si padeces alguna enfermedad confinarte en un lugar donde no contagies y puedas tomar tus brebajes…

Arístides Rodríguez / Telde Responde / ONDA GUANCHE

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