No siempre los españoles sabemos valorar nuestras cualidades como nación, y lo que es tanto o más inexplicable, no siempre tenemos desarrollado el sentido de ponderar nuestro talento profesional, el que nace en tantos oficios, el que exportamos a medio mundo, el que cuesta mucho alcanzar.
Un caso de éxito, genuinamente español, auténticamente canario, es el de ‘Animayo’. Probablemente habrá lectores que nunca hayan oído hablar de este fenómeno. Y sorprendentemente es ya un fenómeno de impacto mundial. ‘Animayo’, el Festival de Cine de Animación, de Efectos Especiales, de Videojuegos, ha pasado este fin de semana por Madrid y ha salido por la puerta grande. El éxito ha sido rotundo. Tan espectacular como por otra parte previsible. Y ahora el evento pone rumbo a Praga y Barcelona.
Nada menos que 1.800 participantes han rubricado el sensacional momento de forma no sólo de un género cinematográfico absolutamente al alza sino, muy especialmente, del papel preponderante que en él está jugando la mujer. Así, ‘Animayo Madrid’ se ha instituido en formidable escaparate para creadoras digitales, para ilustradoras y especialistas de vasto y brillante currículum en formatos masivos en la gran pantalla, y en la pequeña, como “El Ministerio del Tiempo”, “Pocoyo” o “Harry Potter”.
Dirigido y producido con la mano inteligente y la sensibilidad singular del canario Damián Perea, el certamen ha dejado indiferente a pocos, ha tenido una proyección mediática (televisión, radio, digital) enorme en la capital, y ha dejado patente la salud de hierro que atraviesa una industria que está creciendo de modo imparable en nuestro país. ¡Qué lejos aquellos tiempos en los que era cosa de niños!
Procedente de Los Ángeles, Chicago o Portugal, ‘Animayo’ se ha convertido ya en un panteón por el que no dejan de pasar aquellos talentos del sector que ven una y otra vez reconocida su labor artística. Es un potentísimo ‘hub’ para el ‘networking’, es una pasarela para el intercambio de conocimientos y experiencias con un futuro prometedor. Es una caja de emociones, ilusiones y sensaciones únicas. Por eso su porvenir es, simplemente, prometedor.
Alfonso Merlos, periodista y doctor en derecho