El pasado uno de octubre nos dejó Luis Pérez Aguado, profesor, escritor, periodista e investigador y gran divulgador de la historia de Canarias. Ayer 9 de noviembre se celebró una Eucaristía- Homenaje en la parroquia de Nuestra Señora de Fátima en el barrio de El Calero, barrio donde ejerció muchos años como profesor del colegio Esteban Navarro Sánchez y del IES de El Calero, fue acompañada por la Rondalla Beñesmén. Asistieron su esposa, sus hijos, su nieto, familiares y amigos, y se leyó unas palabras en su recuerdo.
Adjuntamos texto leído en la Eucaristía en reconocimiento a Luís Pérez Aguado:
Que suerte… Que suerte haberte conocido Luis. Que suerte haber tenido la oportunidad de compartir la vida contigo. Realmente, todos los que estuvimos a tú alrededor hemos tenido una inmensa suerte. Tuvimos la oportunidad de enriquecer nuestras vidas con experiencias, riqueza cultural, social, amistad, valores y lo más importante, la riqueza de conocer el amor al prójimo y la convivencia en comunidad que nos trasmitiste.
Luis fue siempre de esos profesores diferentes, de esos educadores que nos hacía sentir que lo que nos enseñaba, merecía la pena. Tenía la gran virtud de lograr la atención de clases enteras que por aquel entonces, en el colegio Esteban Navarro Sánchez, tenían entre 30 y 35 alumnos.
Todos los que tuvimos la suerte de que Luis nos diera clase, nunca podremos olvidar cómo conseguía que pudiéramos conocer como nadie cualquier país del mundo. Quien no se acuerda como nos enseñaba todo sobre un país. Nos dividía en grupos y cada grupo debía llevar todo sobre ese país. Debíamos ir ataviados con los trajes típicos, cantar y bailar una canción, explicar la geografía e historia y lo más que nos gustaba a todos…. llevar la comida típica. Todos los alumnos de ese curso, junto a los profesores, deseábamos que llegara ese momento, en el que como una gran comunidad compartíamos la comida que llevaba cada grupo. Luis era un gran visionario, porque lo que hoy está tan de moda como es probar la gastronomía del mundo, él ya nos lo transmitió desde aquellos años 80.
Luis como gran «amante» de la cultura canaria nos enseñó a través de los libros «Los Aborígenes Canarios», la importancia de conocer nuestra historia, la historia de nuestra tierra y nuestra gente. Además, quiso que estuviésemos siempre informados, algo realmente importante para él. Para ello creó el «Club de prensa juvenil» con el que trasmitíamos toda la información que podíamos, además de darnos la posibilidad de trasladar todos los mensajes de concordia que nos pedían. No podía faltar en este colegio y en este barrio de la mano de Luis, la creación de un grupo de teatro, quienes además han seguido encontrándose a lo largo de los años.
Ya cuando salimos del colegio, Luis no quiso dejarnos en el olvido y dar continuidad a es «semilla» que él mismo había plantado en nosotros, así que propuso crear un colectivo juvenil en El Calero al que llamamos «BIRIMA» Ahí comenzaron los años que para cualquier joven serian el pilar de sus vidas, como se convirtió para todos los que pudimos formar parte de él, pero también para la comunidad del barrio de El Calero, porque al final los más de 200 jóvenes que pasamos por ese colectivo tuvimos la posibilidad, no solo de transformar nuestras vidas, sino también transformar la vida de niños y mayores de este barrio.
Podríamos estar semanas contando todo lo vivido con Luis, porque como dije al principio, tuvimos mucha suerte y fuimos unos jóvenes de barrio privilegiados, demostrando así, que cuando se dedica tiempo real y sincero como lo hizo Luis, se logran generaciones de jóvenes cargados de conciencia, valores, cultura y muy, muy felices. No podemos dejar de contar algunas cosas que muestran esa grandeza que nos transmitió Luis, como cuando nos dijo:
“Debemos adecentar nuestro barrio” y ahí nos pusimos manos a la obra. Limpiamos parterres donde después plantamos hermosas plantas, que cada día regábamos como mucho cariño y pintamos paredes de muros abandonados. Como no teníamos ni escaleras, nos subíamos a los contenedores de basura, pero conseguíamos ese objetivo que Luis nos había propuesto, que era dejar el barrio, donde estaba nuestro colectivo en condiciones para sentirnos orgullosos.
Preparamos semanas culturales en navidad, donde no faltaban los talleres para los más pequeños, las charlas para los más mayores y los conciertos para todo el mundo cuando llegaba la noche. A pesar del trabajo que podía costarnos, Luis nos transmitía tanta fuerza y tanta ilusión que nada podía salir mal, al contrario, nos divertíamos junto a él, a pesar de su primera imagen, seria y rigurosa era el primero al que le gustaba una broma. ¿Recuerdan el día de los inocentes que estábamos haciendo los talleres en la plaza para los niños y le dijimos que fuera a la ferretería que había por encima de la plaza a buscar un poco de material que nos hacía falta?, cuando volvió, venía quejándose porque la caja pesaba mucho y le dijimos que la abriera y cuando la abrió era 10 kilos de tachas que no servían para nada, pero fue nuestra inocentada del día, a pesar de todo, le hizo feliz porque le gustaba reírse y pasarlo bien.
No podemos olvidar todos esos programas de radio «Brújula» donde íbamos un sábado al mes a compartir con otros jóvenes de la isla para contar nuestras vivencias. Todos esos cursos que nos ofreció hacer, creo que no nos quedó nada por hacer, hasta esgrima llegamos a practicar. Esas excursiones y acampadas por todas las islas, no nos quedó ningún rincón de las 8 islas por visitar.
Nunca nos podremos olvidar de esos viajes e intercambios con jóvenes de otras comunidades y de otros países. Tantas y tantas cosas vividas y disfrutadas, que parece que hemos vivido varias vidas para hacer todo lo que hicimos gracias y junto a Luis. Solo una de esas anécdotas; cuando en Benidorm alquilamos motos y un día le dijimos a Luis ¡porfa, agarra un momento la moto! y cuando la agarró, con la misma aceleró y la moto subió por la pierna de una compañera y se quedó en una sola rueda y todos le gritábamos ¡Luis, suelta la moto!, pero él no nos escuchaba con el ruido que hacía acelerando con el manillar que agarraba. Cuando conseguimos quitarle la moto y bajarla, su primera frase fue; «menos mal que la agarré» y empezamos todos a reírnos porque justo le decíamos que la soltara para que dejara de acelerar.
Los cursos donde nos inscribió para ser monitores de campamentos, nos pasábamos meses en Tamadaba, Sorrueda, Chira, Cortijo de la huerta y El Garañón.
Y cuando paramos el tren en Grecia y gracias a su talante no nos llevaron detenidos porque eso era un delito.
Evidentemente por todas esas cosas que siempre solucionaba y no se alteraba, sino que nos hablaba desde la tranquilidad que le caracterizaba, es por lo que nunca sentimos temor para hacer absolutamente nada. Hoy solo podemos dar mil gracias a Luis, pero también queremos dar las gracias a su mujer, a sus hijos y a su nieto, por su enorme generosidad, al habernos permitido compartir su vida con nosotros. Luis es de esas personas que siempre estarán junto a nosotros y que pase el tiempo que pase, siempre estará en nuestras mentes y en nuestros corazones.
COMO SIEMPRE NOS DECÍA ÉL, “¡SEPAN DISFRUTAR DE LA VIDA!”
Alumnos y alumnas del colegio Esteban Navarro Sánchez y miembros del Colectivo Juvenil Birima de El Calero