Creo que no digo nada nuevo si afirmo que la hipocresía y el interés se han convertido en los dos principios más importantes por los que se rige el mundo.
Y Ucrania tiene interés porque vende. Vende populismo, vende economía. Vende intereses políticos y geoestratégicos, por eso la mayoría de los dirigentes políticos europeos se preocupan por lo que está sucediendo en Ucrania, porque vende. Por vender, incluso vende hipocresía.
Hablando de vender, que nadie intente venderme la moto diciéndome que es la guerra y la violación de los Derechos Humanos en Ucrania lo que le preocupa a Europa, porque muchos migrantes que viven en el olvido y en la más absoluta miseria en los campos de refugiados de Canarias, Ceuta o Melilla, también son desplazados por las guerras, donde sus Derechos Humanos también fueron violentados, por ejemplo, muchos malienses.
Pero estos desheredados de la tierra no venden hipocresía ni intereses, sino sufrimiento. Por lo tanto, de la violación de sus Derechos Humanos no se habla en Europa, porque es esa misma Europa, tan humana y solidaria con el pueblo ucraniano, la que se ha encargado de cercenar los derechos de estos refugiados al negarles, entre otros, el ´derecho a la libre circulación y a elegir libremente su residencia´.
Hace unos días, entretanto que el Rey visitaba a los ucranianos refugiados en Pozuelo, José Luis Escrivá, ministro de Inclusión Social y Seguridad Social –manda timbales-, que lo acompañaba, debió aprovechar la ocasión para invitarlo a visitar otros puntos de España, donde otros refugiados malviven. Otros refugiados que no tuvieron la ´suerte´ de que sus guerras fueran en Europa, y que las crisis bélicas, económicas, o de otro tipo, que sufrieron sus países no solo no debilitaron las economías europeas, sino que las fortalecieron.
Me gustaría pensar que sí lo hizo, que el ministro, que para eso ministro de Inclusión Social –manda timbales- también invitó al Rey a visitar los campos de refugiados de Canarias, Ceuta y Melilla, pero lo dudo, porque esas visitas no venden.
José Juan Sosa Rodríguez es psicólogo