Sí, de verdad, ya estoy harto de que llenen la Gran Vía de Madrid con ataúdes. Sí, no sé ustedes, pero ya no puedo seguir callado viendo como nos traen bolsas con cadáveres de otros países, cuando aquí, por desgracia, ya tenemos suficientes.
No puedo, ni quiero, seguir en silencio, porque estoy harto de tanto terrorismo mediático y social. De tantos necrófagos que revolotean sobre los cadáveres de los fallecidos, de nuestros fallecidos, para satisfacer sus ansias políticas con nuestras desgracias, con nuestros sufrimientos.
Me niego a ser cómplice con mi silencio de tantos miserables desalmados que, como el más letal de los virus, infectan a la sociedad con bulos dañinos o noticias sesgadas y tendenciosas, sin importarles el daño que con ello le hacen a la gente, sobre todo a las personas más vulnerables.
De verdad, ya estoy harto de guardar silencio ante tantos politicastros oportunistas y carroñeros que antes de apagar el fuego buscan a los que lo prendieron, con el objetivo desestabilizar, todavía más, la situación política y social de España.
Porque ahora lo que toca es apagar el fuego, vencer al COVID-19. Pero para esto, para derrotar a la pandemia, es necesario que estemos unidos formando un frente común, dejando a un lado las ideologías extremistas -de izquierdas o de derechas- y los intereses bastardos de los que tratan de sacar réditos económicos o políticos de esta tragedia.
Luego, cuando salgamos de esta situación, cuando apaguemos el fuego, será el momento de exigirle al gobierno responsabilidades políticas, e incluso penales si diera lugar.
Después, no ahora, llegará el momento de que el gobierno dé cuenta de su irresponsabilidad al negar la evidencia de que la epidemia del COVID-19, tarde o temprano, también iba a contagiarnos y no tomar medidas preventivas, incluso manteniendo las manifestaciones multitudinarias del 8 de marzo, cuando ya teníamos bastantes infectados en nuestro país.
Claro que sí, será después de que apaguemos el fuego de la pandemia cuando nuestros gobernantes deberán responsabilizarse y dar explicaciones del alto índice de contagios entre los profesionales sanitarios, motivados por una deficiente gestión de sus equipos de protección.
Por supuesto, que será después cuando el gobierno tendrá que justificar muchas de sus actuaciones, entre otras, el descontrol estadístico y la confusión que está generando. Incluso, será después, no ahora, cuando, a la vista de sus explicaciones, debamos plantearnos exigirle que dimitan.
Pero, también será después cuando la mayoría de los españoles, los que no nos sentimos enjalmados con el peso alienante de las doctrinas políticas extremistas, le recordaremos a la oposición su miserable, vergonzosa y necrófaga intervención en esta pandemia
José Juan Sosa Rodríguez
