La ​enfermedad de Parkinson​, un misterio de la medicina​

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Según Juan M. Dupuis, la enfermedad de Parkinson sigue siendo uno de los grandes misterios de la medicina, pues siguen sin conocerse sus causas ni sus mecanismos exactos. La enfermedad da la cara de distintas formas, normalmente de forma ligera: un adormecimiento en un dedo, la caligrafía empieza a hacerse pequeña e irregular, cierta torpeza al escribir o al realizar tareas como batir un huevo, usar el ratón del ordenador, abrocharse un botón…

A veces son síntomas tan leves, y pueden achacarse a tantas cosas (estrés, contractura muscular…) que los pacientes pueden tardar mucho tiempo en consultar al médico. Y a su vez el diagnóstico puede demorarse. Y es que no existe una prueba diagnóstica, sino que este diagnóstico lo hacen los médicos atendiendo a los síntomas y descartando otras enfermedades. Con el diagnóstico en la mano, muchos pacientes lo guardan para ellos, queriendo ocultar al mundo su enfermedad porque, aunque la esperanza de vida es alta, no tiene cura, y lleva a sufrir incapacidades de menor o mayor intensidad.

Quienes lo sufren, muchos aún en la plenitud de sus vidas, sienten que van a ser vistos de otra forma. Temen por sus carreras profesionales, por su vida personal y social.

Pero con el paso del tiempo es difícil ocultar la enfermedad. Y es que ésta afecta sobre todo a las células nerviosas en las zonas del cerebro responsables del movimiento, por lo que entre los síntomas más característicos están los problemas motores, fáciles de reconocer a simple vista: temblores, rigidez, lentitud en los movimientos, problemas de equilibrio, del habla, inexpresividad facial, dificultad para mantener la boca cerrada, acinesia (inmovilidad total que aparece de improviso y puede durar desde algunos minutos a una hora)… aunque además hay otros síntomas que no se perciben desde fuera y que en algunos casos son más graves (calambres, sudores, problemas cognitivos, trastornos del sueño, ansiedad, depresión…).

Para quienes sufren la enfermedad, el miedo al estigma social es tan estresante como la propia enfermedad. Un caso paradigmático de ello es el del actor Michel J. Fox, ídolo juvenil tras sus papeles en la saga cinematográfica “Regreso al futuro” o en la comedia televisiva “Enredos de familia”. Fox presentó los primeros síntomas de la enfermedad en 1990 mientras rodaba “Doc Hollywood” y fue diagnosticado un año después, cuando tenía 30. En 1998 decidió hacerlo público. En su libro “Lucky man” (Un hombre afortunado), cuenta precisamente cómo tras años negando la enfermedad, la aceptó, creó la fundación que lleva su nombre para apoyar la investigación y empezó a luchar por los enfermos.

Michel J. Fox ha donado cientos de millones a esta causa (es el segundo donante tras el Gobierno de Estados Unidos, según la revista Forbes) y precisamente en su libro explica cómo al hablar en el Senado ante el Subcomité de Asignaciones lo hizo sin tomar su medicación (que ayuda a neutralizar los síntomas). “Me pareció que la ocasión requería que mi testimonio sobre los efectos de la enfermedad (…) fuera visto y oído. Para las personas que nunca me habían visto en ese estado la transformación debió ser sorprendente”, se sinceró en su libro.

A día de hoy, 200 años después de que el Dr. James Parkinson la aislara como una enfermedad independiente (en su honor la enfermedad lleva su nombre) el párkinson se ha convertido en la segunda enfermedad neurodegenerativa más extendida en el mundo tras el alzheimer. En España se estima que hay al menos 300.000 pacientes diagnosticados de párkinson y cada año se detectan 10.000 nuevos casos, 10.000 historias personales que comienzan con miedo e incertidumbre.

(*) Assopress

La AV “La Concepción” de Jinámar denuncia «abandono y despreocupación» del barrio

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La Asociación de Vecinos “La Concepción”  de Jinámar, inicia el año 2015 convocando una asamblea abierta a todos los vecinos , para este viernes 2 de enero a las 20:00 horas, en su sede en la calle Granada, 6 de Jinámar. La motivación de esta convocatoria es consecuencia del abandono y despreocupación por  la Corporación Municipal de Telde, del pueblo de Jinámar y de los problemas que sufren.

En la asamblea convocada se informará de los problemas reales que tiene el pueblo, de las gestiones que se han realizado por parte de la Asociación de Vecinos, de las respuestas despectivas del Gobierno Municipal y del desvío de recursos asignados a Jinámar, para realizar obras en otros barrios. También se recogerán todas las reclamaciones y aportaciones vecinales para su tratamiento y gestión por parte de la A.V.

Para la Asociación de Vecinos de Jinámar, existe mala fe en las actuaciones políticas municipales, manifestadas en el silencio ante reclamaciones,  los deficientes servicios de limpieza, el estado del alumbrado de las calles (en especial el de la carretera general),  el calamitoso estado del asfalto en varias calles muy concurridas de Jinámar, la falta de respuestas ante el cierre de las canchas deportivas, etc.

La Asociación de Vecinos denuncia la hipocresía del Gobierno Municipal de Telde hacia Jinámar, a quien aplica la subida de impuestos, como si fuera un barrio rico, pero lo margina e incumple sus promesas electorales condenándolo al deterioro  de las infraestructuras y al abandono social.

Por ello, la Asociación de Vecinos hace un llamado a todos sus vecinos para que asistan a esta asamblea donde se recogerán las quejas vecinales con el objetivo de realizar una reclamación colectiva y las acciones a que hubiera lugar para hacer valer los derechos colectivos e individuales de los vecinos de Jinámar.

«Visita a la decencia»

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Millones de españoles, críticos por herencia estúpida de nuestras Fuerzas Armadas, ignoran que mientras duermen, mientras ellos hacen uso de su libertad, mientras trabajan, mientras comen y mientras aman, hay miles de compatriotas uniformados que velan por ellos. Los que velan por ellos no tienen asegurado el sueño y el descanso, ni su libertad, a la que han renunciado voluntariamente, ni su posibilidad de estar con sus amores, sus familiares y sus hijos. Están, por todos nosotros, a centenares de kilómetros, velando por la seguridad de nuestra convivencia y cultura. Están, por todos nosotros, a diez mil metros de altura, vigilando día y noche nuestros cielos. Están por todos nosotros, navegando en los buques de la Armada, custodiando nuestras costas y cumpliendo con sus deberes lejanos. No visten el uniforme del poder omnímodo, como los militares chinos, norcoreanos, cubanos o venezolanos. No visten el uniforme de las naciones aliadas con el terror, como Irán, Irak, Siria, Yemen o determinados Estados del Golfo. Visten el uniforme de la libertad, de la democracia y la decencia.

Buena visita la que ha rendido la vicepresidenta del Gobierno, Soraya Sáenz de Santamaría, acompañada del ministro de Defensa, Pedro Morenés, a nuestros militares que cumplen misión en Afganistán. Misión de riesgo, de vocación y de servicio. Una visita oficial a la decencia. Militares y guardias civiles desplazados a las tierras más ásperas y enconadas del mundo con el único objetivo de mantener la paz, allí donde la paz es una ilusión de imposible alcance. Ellos, en Herat, casi lo han conseguido, pero en cualquier momento, esa situación de convivencia aparente puede convertirse en un infierno. Y ahí están nuestros soldados, alejados de sus familias, orgullosos del cumplimiento de sus deberes, felices por representar a España en el difícil escenario de la permanente inquina. Soldados que no preguntan por sus ingresos, que no engañan a nadie, que viven con la honestidad por mochila, que no descansan, que van a pasar la Navidad en el compañerismo de su segunda familia, que es la milicia, naturalmente. Soldados, que por jugarse la sangre y la vida por todos nosotros, por nuestra cultura, por nuestra libertad, perciben menor contraprestación económica que Íñigo Errejón por defraudar con su beca nepotista. Mucho menos de lo que ingresa de una nación enemiga de Occidente y de la libertad, el camarada de las coletas. Muchísimo menos de que lo que llega desde la tiranía venezolana a las arcas de quienes dicen representar al pueblo. Al pueblo lo representan esos soldados que están en Afganistán, y los que hacen guardia en nuestros regimientos, o vigilan la inmunidad de nuestros cielos o nuestras costas. Ellos son pueblo, honor y ejemplo permanente.

En la lejanía, muchas veces se sienten solos e incomprendidos. No entienden que su sacrificio y la búsqueda constante del deber sean recompensados en España con el más vil de los desprecios. Ellos han jurado, generales, jefes, oficiales, suboficiales y miembros de la tropa, lealtad a España y a su Constitución. Ellos no piden aplausos, ni elogios, ni gratitudes. Han elegido voluntariamente el ejercicio del servicio a los demás. Ellos no actúan con heroicidad en pos de medallas ni distinciones. Ellos están allí porque así lo han elegido. Pero no merecen el silencio, el desafecto y la ingratitud de los que viven libres gracias a su esfuerzo y responden a sus desvelos con la distancia y la miseria.

Enhorabuena a la vicepresidenta por rendir visita a casi quinientos españoles que mantienen en alto, en estos tiempos, la Bandera de España y el símbolo de la honestidad y la decencia. Buena visita.

(*) Alfonso Ussía, periodista y Escritor