El destino a veces golpea dos veces. Y este jueves 22 de octubre lo ha hecho sobre la figura de un joven atlético y valeroso que se llama Jhonander Ojeda: el mismo día de su cumpleaños, hoy, cuando cumple 27 años, Jhonander ha vuelto a encontrarse de frente con la fatalidad. El joven sargento sobrevivió casi milagrosamente el 19 de marzo de 2014 al accidente de otro helicóptero del SAR que se estrelló en el mar en medio de la noche a 37 millas de Gran Canaria cuando hacían una maniobra de entrenamiento nocturno. El accidente le costó la vida a sus cuatro compañeros, el capitán Daniel Pena Valiño, los tenientes Carmen Ortega y Sebastián Ruiz y el sargento Carlos Caramanzana. Este 22 de octubre, 19 meses después de aquella tragedia, el sargento Jhonander es uno de los tres militares españoles que iban a bordo del Super Puma del SAR que ha caído hoy al mar a 280 millas de Gran Canaria cuando regresaba de un ejercicio de adiestramiento en Senegal, vía Mauritania. Su buena estrella ha vuelto a salvarle y Jhonander navega ya de vuelta a casa tras ser recogido junto a sus compañeros por un pesquero cerca de donde se produjo el accidente.
La fatalidad ha golpeado dos veces a Jhonander, pero también a su padre, Francisco Ojeda, que explicaba esta noche entre la indignación y las lágrimas que su hijo se encuentra entre los tres militares cuyo rastro se ha perdido en el mar. Francisco ya sufrió en marzo de 2014 el zarpazo terrible de la incertidumbre. Aquella noche, el padre del joven Jhonander tuvo que dirigirse precipitadamente a la Base Aérea de Gando, en Gran Canaria, para seguir desde allí las noticias que llegaban a cuenta gotas del helicóptero siniestrado. Esta noche, la horrososa secuencia de los hechos se ha repetido y la fatalidad ha vuelto a abatirse con una minuciosa crueldad sobre la familia Ojeda. A diferencia de lo ocurrido en marzo de 2014, Francisco Ojeda tuvo que esperar varias horas y según fueron pasando, empezó a temerse lo peor. Pero hoy, por fortuna, volverá a ser una noche feliz para Francisco, con su hijo ya a salvo.
Jhonander Ojeda salvó la vida en marzo de 2014 después de vivir una terrible experiencia bajo las negras aguas del Atlántico, en la noche oscura en que se estrelló con sus compañeros en el helicóptero en el que hacían una maniobra nocturna. En medio de la noche, la nave había abortado la operación de entrenamiento unos minutos después de que fallara el lanzamiento de una bengala desde el avión auxiliar que daba soporte el Super Puma y le iluminaba el área. Apenas unos minutos después, el barco de la Armada presente en la maniobra escuchó un fuerte golpe. Los militares revisaron la cubierta, pero nadie se percató de lo que realmente había ocurrido: el helicóptero se había estrellado en el mar, después de quedar sin referencia lumínica alguna.
Aquel día de marzo de 2014, nada más estrellarse, el Super Puma comenzó a hundirse a toda velocidad. Pero en los segundos siguientes al siniestro, el sargento Jhonander Ojeda se mantuvo milagrosamente consciente y se dirigió a uno de los ojos de buey de la nave, el situado justo bajo el Super Puma, que se hundía boca abajo. A golpes, primero con los brazos y luego con la cabeza, Jhonander Ojeda consiguió romper el cristal y salir de la cabina. Acto seguido se dejó guiar por el instinto y nadó hacia la superficie, en medio de la absoluta oscuridad. Cuando llegó a la superficie, se encontró flotando en medio de una enorme mancha de combustible y llamó a gritos desesperadamente a sus compañeros, en el vano intento de encontrar a alguno con vida. El sargento se percató entonces de que el barco de la Armada se alejaba del lugar y entonces fue consciente de que comenzaba otro durísimo episodio: el de intentar por todos los medios que alguien le viera.
Hace 19 meses, Jhonander Ojeda fue localizado con vida unos 45 minutos después. Tuvo el aplomo suficiente para calcular el tiempo y encender la única luz de posición de su chaleco cuando ya el barco había girado para volver a dirigirse al escenario del accidente. Fue entonces cuando los militares de la Armada vieron en el mar una luz diminuta. La luz del chaleco del sargento Jhonander.
Esta noche, en este negro 22 de octubre, su padre Francisco solo confiaba en que esta vez la suerte y la extraordinaria fortaleza física y psicológica de este joven valeroso le permitieran sobrevivir a su segundo accidente junto a sus otros dos compañeros desaparecidos. Y así ha sido. La fatalidad no ha podido con la noble sonrisa de Jhonander y éste regresa feliz junto a sus otros dos afortunados compañeros.