Hoy me han sorprendido, con la noticia de la designación de un nuevo asesor, efectuada con nocturnidad y alevosía. Con mi opinión en éste artículo, no quiero decir que hable justamente de dicha persona, válgame Dios, hablo generalizando, con lo que dan a entender las capacidades de los asesores, que no son más que cargos, donde los politicos, pagan sus pecados.
Un «ASESOR», para mi, es un mindundi, lame suelas y limpia traseros, que los hay muy grandes, de ésos que compran en “BRAGAS PACO, LLEGAN AL SOBACO”. Donde con ése bagaje terrorífico, un militante sube y puede alcanzar muy rápido las más altas responsabilidades del municipio, la región o el Estado.
Cuando llega a esos puestos de alta responsabilidad, cansado de sometimiento e hipocresía, es cualquier cosa menos un demócrata y suele pensar que le ha llegado la hora de recoger la «cosecha» de sus sufrimientos y humillaciones, como esclavo de otros, pegador de carteles, cómplice silencioso de la corrupción y vocero de la mentira.
«Cocinados» en ése caldo mediocre y mafioso de los partidos, donde el debate está tan ausente como la libertad de pensamiento y la verdad, algunos asesores-políticos se tornan cretinos o cínicos, creyendo que los sobresueldos son el justo premio a sus desvelos y que, el enriquecimiento ilícito de algunos compañeros de la banda, es una forma de compensar sus «escasos» ingresos oficiales.
He conocido a muchos asesores, que reniegan de la prensa y la acusan de generalizar injustamente acusando de «corruptos» a todos los políticos, cuando muchos están limpios, a los que siempre les respondo que cuando uno guarda silencio y no denuncia públicamente el delito y la corrupción que florece en su entorno, entre sus compañeros de la banda, se convierte en cómplice y puede ser llamado «corrupto», no presunto, sino “CORRUPTO”. A veces, sus respuestas te tocan el corazón y son capaces de humedecerte los ojos.
Con esa cultura, de “AHORA ME TOCA A MI o YA HA LLEGADO MI HORA DE COBRAR”, suben y prosperan los perros más fieles, nunca los más valiosos y suelen tomar decisiones sobre economía, los que no conocen las privaciones, los que nunca han sido empresarios y aquellos que han ido arrastrándose en las escuelas e institutos, sin esfuerzo, aprobando las asignaturas por lástima.
Desde ese panorama, se miente sin pestañear, se nombran jueces y magistrados sin ni siquiera sospechar que se viola la democracia, se apoya la estafa masiva a los ahorradores con las participaciones preferentes y se cierran los ojos ante los «compañeros» y «aliados» que han saqueado las cajas de ahorro. Con ése pavoroso bagaje, te preguntan el precio de un café y dices que no lo sabes, o te sorprendes de que existan en las calles el hambre y el dolor, males terribles que el partido protector ni siquiera le permite vislumbrar.
Es como si los curas regentaran prostíbulos, los vendedores de coches usados fueran presidiarios, los profesores de inglés nunca hubieran hablado ese idioma, ni visitado Inglaterra y los de arte nunca hubieran ido a Roma, París o Berlín. Telde, bajo la partidocracia antidemocrática y repugnante, que manda y des-gobierna, es todo un despropósito cuyo resultado es la inmensa mediocridad moral, profesional y política que ha infectado y domina el poder en Telde.
En Telde, el ciudadano no cuenta. Saben que cuando los borregos van a votar resulta sumamente fácil engañarlos. Los mediocres están dominando los gobiernos de Telde. La escasez de verdaderos líderes y la abundancia de mediocres son los dos rasgos principales del poder político municipal, en este siglo XXI, donde la política ha perdido su capacidad de seducir e ilusionar y es contemplada por las personas, como un suplicio que hay que soportar.
La gran revolución política, de la mal llamada “TRANSICIÓN”, no fue el triunfo de la democracia, ni el comunismo, ni el cambio cultural, científico y tecnológico, ni el avance del Estado de Bienestar, sino “LA REVOLUCIÓN DE LOS MEDIOCRES”, que se han unido y organizado, tomando el poder y convirtiéndose en la clase dominante que impone su ley en Telde. Desde entonces, nada es igual y Telde avanza cada día más, hacia el caos y la destrucción.
En el pasado, los más fuertes y los que tenían más méritos se imponían sobre los más débiles, los peores y gobernaban Telde, pero hoy, son los mediocres quienes dominan éste municipio. Han creado la revolución de los mediocres. La ley de selección de las especies ha estado regulando el poder y la política hasta que se inventaron los partidos políticos, gracias a los cuales, la masa mafiosa de mediocres organizados ha conseguido imponerse sobre la inteligencia, la fuerza y la virtud. Los partidos han cambiado el orden y la armonía, logrando que los que menos valen impongan su ley a los mejores.
La mediocridad es la gran herejía de nuestra época. Los mediocres se han apoderado del mundo y lo han cambiado todo, desde la política a la religión, sin olvidar los valores, las costumbres y las leyes. El dominio que ejerce la mediocridad es letal y está destruyendo, poco a poco, todos y cada uno de los logros y conquistas de la civilización, desde la libertad a los derechos individuales y los grandes valores, pasando por la fraternidad, el buen gobierno y el reino de la verdad.
Los mediocres, que ahora gobiernan Telde son tan arrogantes y estúpidos que no se preparan para nada porque confunden el gobierno con el poder. No saben ser fuertes, ni practican los valores y ni siquiera aprenden idiomas porque lo único que les interesa es ganar votos y subyugar a los otros mediocres. Para presidir un gobierno municipal como el de Telde, basta ser el gran mediocre dentro de un partido de mediocres y así los ineptos toman en sus manos el timón del municipio.
En pocas palabras, un “ASESOR”, no es más que un mediocre-mafioso pasando la factura al partido político, donde lleva años recogiendo la basura y escondiéndola debajo de las alfombras. Por eso, algunas veces, vemos como amenazan con levantar alfombras si no se cumplen “sus condiciones laborales”. Y ahí, es donde esta el verdadero temor de un politico, a un personaje que, aunque sea un mediocre, conoce sus pecados.
Por un clavo se perdió un caballero, por un dolor de huevos se truncó un asesor. «Pero qué Pretenders».
Doramas